«Más vale el buen nombre que las muchas riquezas, y el favor que la plata y el oro». Proverbios 22:1

Quien vive enfocado únicamente en el dinero difícilmente entiende esta verdad. Para esas personas, la reputación parece menos importante que el saldo bancario. Pero quien alguna vez tuvo un buen nombre — o lo perdió — sabe cuánto vale.

La Biblia revela que hay riquezas que el dinero no puede comprar. Entre ellas están la confianza, el respeto y la integridad. Ningún valor económico es capaz de adquirir lo que solo el carácter puede construir.

Fama sin honra: un ejemplo real

Una famosa actriz relató cómo desarrolló un trauma tras ver a su padre — también un actor reconocido — traicionar públicamente a su madre. En una entrega de premios, al recibir un Óscar, estaba acompañado de su amante y no de su esposa.

Décadas después, la hija aún no ha podido perdonarlo. El padre, por su parte, confesó en otra entrevista: «Mi error más grande fue haber traicionado a mi esposa». Tenía éxito, fama y fortuna — pero perdió lo más importante: la confianza de su propia hija.

Por lo tanto, este ejemplo muestra que el nombre de una persona puede quedar manchado para siempre — al menos ante los ojos de quienes más importan.

Cuando el nombre está manchado, todo se cierra

Tener el nombre manchado va mucho más allá de las deudas o de una restricción en el historial crediticio. Implica la pérdida de credibilidad y de la confianza de las personas. Es cuando su reputación impide que se abran oportunidades, relaciones y puertas.

Algunos, ante esto, se entregan al error. Piensan: «Ya que estoy manchado, viviré como quiera». Pero esa es una trampa. Existe restauración. Y viene de Dios.

Dios puede darle un nuevo nombre

La Biblia muestra que Dios es especialista en nuevos comienzos. Cambió el nombre de Saulo a Pablo y transformó su historia. Así también puede cambiar la suya.

Entonces, si usted reconoce que su reputación está manchada, si perdió el respeto de su familia, amigos o de la sociedad, debe saber que eso no tiene por qué ser el final. Con sinceridad, arrepentimiento y fe, Dios puede restaurar su identidad y su honra.

David falló, pero fue restaurado

David cometió pecados graves: traición, adulterio e incluso asesinato. Además, intentó ocultar todo durante más de un año, hasta que sus propios huesos «se pudrían» de culpa. Pero se arrepintió, oró y pidió: «Purifícame, y seré más blanco que la nieve».

Dios lo perdonó. La historia de David no fue borrada — está registrada en la Biblia —, pero fue redimida. Tuvo paz interior porque se humilló delante de Dios.

Su pasado puede convertirse en testimonio

Es decir, lo mismo puede suceder con usted. Dios quiere darle una nueva oportunidad. Pero no intente reconstruir su imagen con mentiras, redes sociales falsas o estrategias humanas, porque eso no limpia el nombre de nadie.

Solo hay un camino verdadero: unir su nombre al de Jesús. Su nombre es puro, poderoso y transformador. Solo a través de Cristo es posible reconstruir su vida.

Como está escrito en Romanos 5:20: «… donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia…»

Comience hoy una nueva historia

Reconozca sus errores, entregue su vida a Dios y persevere. El cambio puede no ser inmediato, pero será real. Así, con el tiempo, su nueva reputación será visible, y su pasado, un testimonio vivo de restauración. Podrá decir: «Yo viví eso. Me equivoqué. Pero fui perdonado. Y hoy soy prueba de que es posible comenzar de nuevo».

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