EL DÍA DEL JUICIO FINAL
Habrá un día en el que Dios juzgará al mundo con justicia. Prepárese para ese día creyendo en el perdón de Dios, quien no juzga al hombre por su pasado, sino por su arrepentimiento sincero
Uno de los discursos más poderosos del apóstol Pablo se encuentra en el capítulo 17 del libro de Hechos. Pablo llega a la ciudad de Atenas, la cuna de la nobleza, el conocimiento, la sabiduría y la filosofía de la época. Allí, el espíritu de Pablo quedó profundamente impactado por el nivel de idolatría que encontró en la ciudad.
«Entonces Pablo poniéndose en pie en medio del Areópago, dijo: “Varones atenienses, percibo que sois muy religiosos en todo sentido”». (Hechos 17:22). La gran paradoja que Pablo encontró fue: ¿Cómo personas tan inteligentes pueden atribuir poder a la mitología o a la acción sobrenatural de un objeto creado por manos humanas?
Él continuó: «Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la naturaleza divina sea semejante a oro, plata o piedra, esculpidos por el arte y el pensamiento humano» (Hechos 17:29). Pablo los llamó a la inteligencia: «Si somos creación de Dios y, con nuestra inteligencia, tomamos el oro, la plata y la madera y forjamos una imagen, no tiene sentido atribuir divinidad a algo que creamos con nuestras propias manos, porque la criatura es inferior al creador».
«Por tanto, habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan, porque Él ha establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres al resucitarle de entre los muertos» (Hechos 17:30-31).
Pablo los llamó a la conciencia y a la responsabilidad, diciendo que Dios no tomaría en cuenta el tiempo en que erraron por vivir en la ignorancia. Sin embargo, en ese preciso momento, el tiempo de ignorancia estaba llegando a su fin, porque Pablo les explicó quién era realmente Dios (y los llamó al arrepentimiento). Es un arrepentimiento respecto a todo lo que hicieron en contra de Dios, de la justicia, de lo que es correcto.
Seguramente usted puede recordar cosas de las que se arrepiente (grandes y pequeñas). Por ejemplo: «Me arrepiento de haberme relacionado con esa persona» o «me arrepiento de haber aceptado ese trabajo». Y piensa: «Si tuviera la oportunidad de volver atrás, haría las cosas de manera diferente». Es el arrepentimiento, el cambio de pensamiento. Hoy, que sabe más, quiere hacer lo correcto. Y Pablo los llamó a ese arrepentimiento.
Se puede notar, durante el discurso de Pablo, una actitud arrogante por parte de esos hombres. Algunos creyeron, pero la mayoría levantó la nariz y dijo: «Vuelve otro día para hablar más sobre esto». Había un aire de superioridad. Ese era el problema de esos filósofos.
Entonces, ¿por qué arrepentirse? Él mismo da la razón: «… porque Él ha establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres al resucitarle de entre los muertos» (Hechos 17:31).
Usted necesita el perdón de Dios, para obtenerlo, debe arrepentirse de sus pecados y creer en el Único que puede limpiar su expediente delante de Él, que es el Señor Jesús. Él es el único que no pecó y que murió en su lugar, llevando su culpa sobre Sí mismo. Si usted muere en esta condición, puede estar seguro de que ese día será de mucha alegría. Será libre de ese juicio y verá, finalmente, que se hace justicia.
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