Usted puede ser el motivo de esta fiesta
El hijo pródigo, en el peor momento de su vida, se dijo a sí mismo: «… ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!», Lucas 15:17.
Estas fueron las palabras profundas de un hijo que, reflexionando, en un momento de sobriedad espiritual y mental, reconoció que estaba en una situación peor que la de los empleados de su padre. Él, aun siendo hijo, heredero, estaba en la miseria, queriendo comer la comida de los puercos (a quienes alimentaba). Sin embargo, los dueños de los puercos no le permitían servirse de esa comida, de esa bazofia, es decir, no tenía ni bazofia para comer. Esta era la situación de un hijo que le dio la espalda a su padre, que prefirió creer en las promesas del mundo, que pensó que el mundo tenía algo mejor para ofrecerle y que la casa de su padre era una prisión. Él pensó: «No puedo quedarme aquí, porque no puedo hacer todo lo que quiero».
En otras palabras, también mató al padre antes de tiempo, porque, antes de irse, le pidió la herencia, la cual solo se concedía cuando el padre fallecía, pero el hijo pródigo no quiso esperar hasta la muerte de su padre. Este hijo probó, con las peores experiencias que podía pasar en la vida, que el mundo que tanto amaba y codiciaba no era lo que pensaba. Él pensaba que sería recibido con abrazos, clamores, cariño y amistad, pero fue recibido con astucia y robos; perdió todo lo que tenía. Mientras tuvo dinero, las personas estuvieron festejando con él y sacándole todo, no obstante, cuando no tuvo nada más para ofrecer, nadie siquiera le dio un plato de bazofia.
Ahora bien, usted que se encuentra en esta situación de desprecio, de rechazo, de haber probado el trago amargo del mundo pensando que era miel, sepa que el Señor Jesús no dejó por casualidad la historia del hijo pródigo en las Sagradas Escrituras. Escuche el siguiente mensaje y descubra lo que Dios tiene que decirle.
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