UNA MANERA RÁPIDA DE APRENDER A COSTA DE LOS DEMÁS (y buena)
Ocurrió un hecho curioso en la vida de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob. Leemos en la Biblia: «Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores», Génesis 37:3.
En otras palabras, José era el hijo preferido de Jacob, hijo que había tenido con su amada Raquel. Aunque los padres nieguen que puede haber un hijo preferido, usted, madre, padre, sabe que es así. Por naturaleza el ser humano simpatiza más con unos que con otros. Hay hijos que agradan más, y no es culpa ni de los hijos, ni de los padres. El error de Jacob fue que no mantuvo eso en secreto. Él declaraba abiertamente su preferencia (un ejemplo fue la túnica que le hizo a José). Pero, como Dios es magnífico, usó todo eso para dirigir la historia de Israel, de manera que todo saliera bien al final.
Sin embargo, Jacob también sufrió lo mismo en la casa de su padre, porque Isaac no escondía su preferencia por Esaú, así como su madre no escondía su preferencia por Jacob. Aun así, no aprendió del error de sus padres, porque lo repitió, incluso peor. Esto revela una realidad sobre la humanidad: es difícil que el ser humano aprenda de los errores de los demás. Y eso es terrible, porque deberíamos aprovechar esos errores que ya probaron que determinados comportamientos no funcionan; nos ahorraríamos así muchos sufrimientos.
No es necesario cometer nuestros propios errores para saber que algo es malo. Si una persona cae desde el décimo piso, claramente morirá, pero, si esta persona no desea la muerte, se mantendrá lejos de eso, no necesita caer para saber lo que sucederá. Esto sirve, por ejemplo, para las relaciones. Cuando uno traiciona al otro, generalmente, la relación se termina o se arruina, no hace falta tener la bola de cristal para saber eso, simplemente no debemos hacerlo. Pero ¿cuántas personas lo hacen, incluso sabiendo que es algo malo para una relación, viendo tantos ejemplos y sabiendo que eso genera dolor?
Ser sabio no es equivocarse para aprender, sino es aprender para no equivocarse; es mirar el error de los demás y darse cuenta si algo funciona o no. Las personas deben estar más atentas. Si la mayoría de las personas que recorren un camino obtienen el mismo resultado,
usted no tiene que recorrer el mismo camino. Por eso, en la Biblia también están los errores cometidos por los héroes de la fe. Dios les dejó eso a los sabios. ¡Qué frustrante es enseñarle a una persona! Pero los prudentes tienen oportunidades para evitar sus propios errores.
Vea el mensaje completo a través de este video.
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