UNA MANERA DIFERENTE DE VIVIR LA VIDA: EXPERIMÉNTELA
Podemos identificar en el mundo dos grupos de personas: las dadoras y las recibidoras, las que dan y las que toman, las que quieren recibir, las que quieren para sí mismas, y otras que reparten sin expectativas de ser reconocidas.
La Palabra de Dios nos muestra eso, que estos dos grupos de personas interactúan constantemente en el mundo, y usted es una de esas personas, está en uno de esos grupos. Y puede ver los efectos de esos grupos en la vida de las personas.
Están los tomadores, los que siempre buscan una oportunidad para tomar algo para sí mismos, para beneficiarse, para recibir. Estas personas creen que el mundo es de los perspicaces, que deben pensar en ellas mismas primero, centralizan sus vidas en su propio alrededor. Siempre piensan: «¿Cómo puedo quitarle algo a esa persona?».
Hay estafadores y personas de negocios, que piensan en sacarle provecho al cliente o al proveedor para ellas mismas. Siempre piensan en recibir. Estas personas son amargadas, no les hacen bien a la sociedad ni a ellas mismas. Nunca están satisfechas y siempre dicen que el mundo no las ayuda lo suficiente.
Incluso están los que se quejan de Dios: «Dios no me dio lo que quería, ya no Lo buscaré», es decir, solo quieren que Dios les dé, que los sirva.
¿Cuántas personas excluyen a otras de su círculo social por no cumplir con sus expectativas? «Cuando te necesité, no me ayudaste», excluye a esa persona. «Has muerto para mí», piensan que todos tienen la obligación de servirlas. En otras palabras, les sirve mientras les conviene. Esta no es la manera de vivir la vida, que la persona sea una arrancadora de ventajas, que solo espere beneficiarse de los demás.
La Palabra de Dios dice: «Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza», Proverbios 11:24. Este versículo se refiere a estos dos grupos de personas. El ser humano no debe ser una carga para sí mismo, ni para sus familiares, ni para la sociedad.
El otro grupo, el que reparte, tiene su origen en el Espíritu de Dios. Porque el Señor Jesús dijo: «Dad, y se os dará…», Lucas 6:38. Él nos enseñó que la mejor manera es estar en el grupo de los dadores. ¿Por qué? Solo haga la prueba. Cuando usted le da algo a alguien, se pone más feliz que la persona que lo recibió, pero eso va en contra de la naturaleza humana, que piensa: «Esto me hará falta, debo ocuparme de mí primero». Sin embargo, piense que, cuando usted da, más adelante le será retribuido. Tal vez no se lo retribuya la misma persona a la que ayudó, pero Dios buscará la manera de equilibrar su cuenta.
Por lo tanto, lo que debe hacer es practicar ser un dador. Y, para dar, debe tener de dónde sacar. Este es el secreto: cuando Dios es su fuente, esta fuente es inagotable. Cuando usted está con Dios, da lo que recibe de Él. Él le da y usted les da a los demás.
Vea el siguiente video y reflexione al respecto.
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