TU VOLUNTAD ESTÁ CONTRA TI
En el Getsemaní, Jesús reveló el mayor conflicto humano: la lucha interna entre nuestra voluntad y la de Dios
La Biblia relata que Jesús derramó Su primera gota de sangre en Getsemaní (Lucas 22:44). La angustia fue tan profunda que Su cuerpo reaccionó sudando sangre, incluso antes de cualquier azote, de la corona de espinas o de los clavos. Allí, en el punto máximo de la aflicción, Él dijo al Padre:
“Padre mío, si es posible, que pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras”. (Mateo 26:39)
Quiero resaltar estas palabras: “no sea como Yo quiero”. Jesús no las dijo solo en ese momento; toda Su vida reflejó la voluntad del Padre. Nunca buscó Su propia voluntad.
Nuestro querer, muchas veces, trabaja en nuestra contra
Jesús nos enseñó que nuestro querer, muchas veces, nos perjudica. Por eso necesitamos renunciar a nuestra voluntad y abrazar la voluntad de Dios. Observa algunos ejemplos simples — y muy comunes:
Quieres comer algo que el médico ya te dijo que evitaras. Incluso estando satisfecho, ignoras la advertencia, comes más de lo que deberías y luego sufres las consecuencias: malestar, aumento de peso y perjuicio para la salud.
O te enamoras de alguien que claramente no es una buena elección — casado, inestable, lleno de vicios o con un historial dudoso. El corazón insiste, cedes, te involucras y terminas herido. Es decir, tu voluntad trabajó en tu contra.
O incluso, al sufrir una injusticia, quieres vengarte. Entonces actúas movido por la emoción, empeoras la situación y destruyes relaciones, reputación e incluso tu propia libertad.
Mira, estos ejemplos muestran que, incluso en las decisiones pequeñas, luchamos para renunciar a nuestra voluntad. No logramos controlar la boca, los ojos, las reacciones. Por eso Jesús, al venir al mundo, adoptó este principio de vida: “no sea como Yo quiero”.
Jesús vivió así hasta el final
Incluso en el peor momento de Su vida terrenal — frente al amargo cáliz de la cruz — Jesús sometió Su voluntad a la del Padre. Él nos dio el mayor modelo de obediencia, reforzado cuando enseñó a los discípulos a orar:
“Hágase Tu voluntad, así en la Tierra como en el Cielo”. (Lucas 11:1-2)
Todos conocen esta oración, pero pocos la practican. La mayoría de las veces, intentamos imponer nuestra voluntad a Dios, a las personas y hasta a nosotros mismos. Cuando lo que queremos entra en conflicto con lo que Dios quiere, casi siempre elegimos nuestro lado — y cosechamos sufrimiento.
Obediencia sin límites
Jesús fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Quizás pienses: “Pero Jesús es Jesús. Yo soy humano”. Sin embargo, Él vivió aquí como hombre, con las mismas limitaciones que nosotros. Él demostró que es posible vivir para Dios cuando nos vaciamos de nosotros mismos.
Muchos se esconden detrás de la frase “errar es humano”. ¿Traicionó? Errar es humano. ¿Tomó algo que no debía? Errar es humano. ¿Mintió? Errar es humano. Pero la pregunta es: ¿eso pasa por el filtro de Dios?
Sin embargo, la Biblia es clara: quien peca deliberadamente, sabiendo que está haciendo lo incorrecto, asume una postura de desprecio hacia Dios. Actúa como quien dice:
“Seguiré errando. Lo que el Señor hizo no importa. Su ejemplo no sirve para mí”.
Asume una nueva forma de vida
Si abrazas la frase “no sea como yo quiero” como un principio de vida, comenzarás a percibir cuando tus voluntades están trabajando en tu contra. Empezarás a evaluar mejor tus deseos, confrontándolos con lo que Dios quiere. Y cuando haya conflicto, elegirás negarte a ti mismo.
Si haces esto en todo, pregúntate: ¿Qué crees que va a pasar?
¿Crees que Dios permitirá que pierdas? La voluntad de Él es infinitamente mayor y mejor que la tuya. Y cuando te alineas con esa voluntad, el resultado final es bendición, protección y paz.
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