TE AYUDÉ A CRECER, DESPUÉS ME TRAICIONASTE
Muchos creen que la traición puede ser la salida para ser feliz, pero solo trae dolor y destrucción. Sea en el matrimonio o en la fe, traicionar quiebra la confianza y hiere a quien más nos ama. Así como a nadie le gusta ser traicionado, ¡a Dios tampoco!
«Cuando los sacié, cometieron adulterio y fueron en tropel a casa de las rameras». Jeremías 5:7
En este versículo Dios, por medio del profeta Jeremías, expresa su decepción con el pueblo que Lo abandonó aun después de recibir Sus victorias.
En otras palabras: «Cuando los sacié de abundancia, cuando les di riquezas, prosperidad, casas, campos, cosechas, oro de las naciones y crecimiento en el comercio, cuando los bendije y los hice prosperar, entonces, me traicionaron, se volvieron a otros dioses».
Para comprender el dolor de Dios, imagínese a una joven que le dedicó su vida a su primer amor. Ella y su marido se enamoraron, se comprometieron, se prometieron fidelidad eterna, se casaron y construyeron una vida juntos. Él trabajó duro por la familia, y ella estuvo a su lado en cada conquista. Con el tiempo, prosperaron y alcanzaron la estabilidad. Sin embargo, cuando ya eran ricos y realizados, el marido se cansó de ella, pues la juventud había pasado. Después de todo lo que ella hizo por él, él la cambió por una mujer más joven y cometió adulterio.
Eso, lamentablemente, les sucede a muchas mujeres y también a muchos hombres. Muchos hombres fieles, que les dedicaron sus vidas a una mujer, después fueron traicionados y cambiados. Dios se compara a ese hombre traicionado que, después de darle todo a su esposa, fue rechazado y engañado.
La traición es algo diabólico, demoníaco porque es un golpe tan duro que fue la única razón por la cual Dios permitió la separación, a pesar de odiar el divorcio.
¿Qué significa eso? Aquí tenemos dos significados.
Primero, Él enseña sobre la importancia de la fidelidad conyugal, algo que el mundo necesita aprender urgentemente —tanto hombres como mujeres. Si usted quiere ser feliz en el matrimonio, necesita aprender lealtad, uno de los pilares del amor inteligente.
La segunda enseñanza, la mayor de todas es sobre la fidelidad y lealtad a Dios. Pues, ¿cuántos hicieron lo mismo que Israel? Después de estar satisfechos y bendecidos, se apartaron.
Dios lo sacó a usted del barro, le dio una vida digna, un nombre, paz, lo llenó de bendiciones. Pero cuando estuvo satisfecho de victorias, ya no tenía más tiempo para orar, para leer la Biblia, para hablar con Dios. Pero tenía tiempo para hablar por teléfono durante horas con un cliente, tiempo y disposición para agarrar el automóvil, un avión y viajar a negocios. Sin embargo, ya no logra separar 10 minutos para ir a la iglesia, aun viviendo a tan solo diez minutos.
Al principio, se decía a sí mismo: «Oro en casa, busco a Dios en casa. Dios entiende, estoy bendecido. No voy a dejar de diezmar, de ofrendar. Dios sabe que necesito crecer y que voy a bendecir Su obra con mucha riqueza».
Pero, poco a poco, usted Lo dejó y, hoy está caído; hizo a un lado sus principios, su fe a cambio de los placeres de este mundo. Y el resultado es un vacío enorme, una gran sensación de culpa por haber sido infiel.
Pero aún hay tiempo para usted. Como un Dios muy amoroso, muy paciente, misericordioso, Él dijo en Su Palabra que, a pesar de su infidelidad, Él le espera y que, al regresar, curará su infidelidad.
¿Qué hará usted?
Mira el mensaje completo en el siguiente video.
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