El espíritu humano puede asociarse a Dios o al diablo. Dios le dio un espíritu, que es el soplo de vida, que viene con la inteligencia. Dios, que es la fuente de toda la inteligencia, nos prestó un poco de Su Espíritu. Y usted puede notar que solo el ser humano, entre todas las criaturas conocidas, tiene esa capacidad. Porque fuimos hechos a Su imagen y semejanza.

Sin embargo, Él también nos dotó de la libertad de decisión. Es ahí donde ocurre la bifurcación de la humanidad: derecha o izquierda, bien o mal. Somos nosotros los que decidimos. Cuando usamos nuestro espíritu para alinearnos con Dios, nada será imposible. La unión del espíritu humano con el Espíritu Divino es lo que provoca los milagros. Sin embargo, la misma inteligencia también puede hacer el mal. En Canadá, por ejemplo, hay una ley que les permite a las personas ponerles fin a sus propias vidas si lo desean. Es decir, ellos decidieron que, si una persona está pasando por un problema difícil, podría decidir terminar con su vida.
Cuando el mal se une con la mente humana, es capaz de cualquier cosa. Pero el bien también. Jesús dijo: «Si permanecéis en Mí, y Mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho», Juan 15:7. Se refiere a una unión entre Él y nosotros, dentro de Su Voluntad, con Sus pensamientos. Él está en nosotros cuando Sus palabras (que son espíritu) están en nosotros. Entonces, el Espíritu Divino entra en usted cuando usted está dispuesto a escuchar Su Palabra y ambos se volverán uno solo. Es claro que este «… todo lo que queréis…», no incluye nuestros caprichos humanos, porque una persona que tiene la mente de Dios no gasta este poder para pedir que se le cumplan los caprichos. Es lo que es correcto, lícito y bueno para todos. La mente humana tiene un poder que aún no se conoce totalmente y, cuando se une al poder de Dios, ocurren los milagros. Pero, si la mente humana se une al infierno, causará mucho dolor y sufrimiento.

Entonces, es usted el que decide a quién se unirá, qué palabras entrarán en su mente. Las palabras influyen en nuestras elecciones y decisiones, son espíritu y, cuando se instalan en la mente humana, producen lo que son. Usted debe unir su espíritu con el Espíritu de Dios. No hablo de una idea mía, ni de un conocimiento humano, sino de las ideas de Jesús. usted podría, como mínimo, poner a prueba estas palabras. Aliñe su espíritu con el Espíritu de Dios.

Medite sobre esto a través del siguiente video.