thumb do blog Renato Cardoso
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SOLO PARA QUIEN QUIERE GRANDES VICTORIAS

Usted debe tomar una decisión: luchar hasta el fin o esconderse tras las excusas. Las grandes victorias están reservadas para los grandes guerreros. No importa cuán difícil parezca ahora – quien persevera, ¡triunfa!

Siempre que pregunto en una reunión — ya sea con diez, cien o diez mil personas — quién quiere tener grandes victorias, casi todas las manos se levantan. Pero, cuando hago la segunda pregunta: ¿quién quiere enfrentar grandes luchas? — pocas manos permanecen en el aire.

Esa reacción revela una verdad importante: todos desean la gloria de la victoria, pero pocos están dispuestos a enfrentar las batallas necesarias para alcanzarla.

Grandes victorias exigen grandes luchas:

La propia definición de victoria presupone una lucha. No hay conquista verdadera sin resistencia. Queremos los resultados, pero no el proceso. Y como pocos enfrentan las luchas, pocos alcanzan grandes victorias.

Vea lo que Dios dice en Apocalipsis 21:7:

«El vencedor heredará estas cosas, y Yo seré su Dios y él será Mi hijo».

Es decir, la Salvación no es fruto del azar. Jesús murió en la cruz por nosotros, venciendo al pecado y a la muerte, aquello que por nosotros mismos no podemos vencer. Sin embargo, incluso después de creer en Él, necesitamos seguir luchando. La fe en Cristo no elimina nuestros deseos humanos. Aún debemos vencernos a nosotros mismos cada día.

La lucha del cristiano:

Creer en Jesús es el inicio del camino, pero la victoria exige esfuerzo continuo. Dios no nos quita el libre albedrío. Aún enfrentamos deseos contrarios a Su voluntad, y por eso debemos vencer el ego, el pecado, el diablo y el mundo, ese sistema que opera contra los hijos de Dios.

Por eso, todas las Siete cartas a las iglesias en Apocalipsis terminan con la promesa: «El vencedor…». Vencer presupone lucha. Y Dios no nos deja solos en esta batalla: nos da Su Palabra, Su Espíritu, Su armadura y Su Nombre.

Cuando nos aliamos con Él, con valentía, fe y perseverancia, vencemos. Y, al vencer, heredamos todo lo que Él ha preparado.

¿Y los que no vencen?

Apocalipsis 21:8 trae una seria advertencia:

«Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda».

Esta no es una palabra de condenación, sino de advertencia y esperanza. El mismo Jesús dijo que vino para salvar, no para condenar.

Entonces, si usted se reconoce en alguno de estos errores, ¡hay esperanza! Arrepiéntase, crea en el Señor Jesús, abandone esa vida y venza. Sí, necesitará vencer el orgullo, los pecados, las críticas e incluso las amistades que se burlarán de su nueva fe. Pero, si vence, heredará todo lo que Dios prometió. Y podrá llamarlo Padre.

La elección es suya:

¿Quiere grandes victorias? ¿Quiere terminar su jornada diciendo: «¡Vencí!»? Entonces, prepárese para luchar. Ahora bien, si prefiere evitar el esfuerzo, solo tiene que rendirse ante los enemigos del alma, que son el mundo, el pecado, el miedo, y aceptar la derrota.

Pero recuerde: la elección es suya. No de Dios.

Vea el mensaje completo en el siguiente video.

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso