¿QUÉ HACER PARA QUE EL MAL NO ME ALCANCE?
Es un hecho inmutable: El mal existe y está en todas partes. Pero ¿necesita alcanzarte?
La fe nos enseña que existen hechos de la vida que no se pueden cambiar, pero que necesitan ser comprendidos y enfrentados. Entre ellos, está el hecho de que el mal existe en este mundo.
Muchas personas se preguntan: «¿Por qué la vida es injusta?». «¿Por qué me sucedió esto a mí?», «¿Por qué Dios permitió aquello?». Sin embargo, es importante entender que el mal no es una elección de Dios, sino del hombre.
El mal entró en el mundo por la elección humana
Dios creó a Lucifer como un ángel de luz. Sin embargo, él eligió rebelarse contra el Altísimo y, de esa manera, se convirtió en el diablo. De modo semejante, el ser humano recibió el poder de elegir, porque el verdadero amor solo existe cuando hay decisión. Amar significa elegir a una persona y renunciar a todas las demás.
En el Jardín del Edén, Dios les advirtió a Adán y Eva que no comieran del árbol del conocimiento del bien y del mal. Aun así, ellos desobedecieron. Desde entonces, la humanidad continúa repitiendo esa decisión, optando por el mal.
¿Por qué el justo también sufre?
Como el mal existe y está presente en el mundo, incluso los que buscan vivir en la fe enfrentan situaciones difíciles. Violencia, injusticia, tragedias y sufrimiento rodean nuestra vida cotidiana, porque la mayoría todavía rechaza a Dios y elige el camino equivocado.
En consecuencia, incluso los justos, que no caminan de la mano con el mal, terminan encontrándolo en algún momento.
Cómo protegerse del mal
La Palabra de Dios nos enseña cómo evitar y resistir al mal:
- Elige bien tus compañías – Quien convive con personas que practican el mal tiende a ser influenciado. Por lo tanto, selecciona tus amistades y relaciones con sabiduría.
- En la vida amorosa – Si deseas paz, no te unas a alguien que vive en las tinieblas. La Biblia es clara: «La luz no debe mezclarse con la oscuridad».
- Huye de la apariencia del mal – Si algo parece incorrecto, aléjate inmediatamente. No arriesgues probar el mal.
- Habita en el Abrigo del Altísimo – Dios les promete protección a los que permanecen en Su Presencia.
- Vigila y ora constantemente – Jesús nos enseñó a pedir: «Líbranos de todo mal». La oración y la obediencia son nuestra mayor defensa contra las trampas del enemigo.
Aunque no podamos eliminar el mal del mundo, podemos vencerlo. Cuando elegimos a Dios como Señor y vivimos en la práctica de la fe, aprendemos a huir de la apariencia del mal, resistir las tentaciones y permanecer firmes.
Así, aunque ocurran tribulaciones, el mal no tendrá poder sobre los que permanecen en el Abrigo de Dios.
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