thumb do blog Renato Cardoso
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PROBLEMAS O PAZ, ¿CUÁL QUIERE USTED?

Hay dos maneras de vivir: una lleva a la vida y paz, la otra lleva a la muerte, aunque la persona esté viva. El mundo corre tras la paz por medio de la guerra, pero la verdadera paz solo se encuentra cuando dejamos de vivir por nuestras voluntades y nos inclinamos a las cosas del Espíritu

Existe una manera de vivir que nos conduce a la muerte — una muerte que ocurre incluso antes del entierro. Por otro lado, también hay una forma de vivir que lleva a la vida, una vida marcada por la paz y por un flujo constante hacia la victoria, incluso en medio de los problemas. La Palabra de Dios revela estas dos elecciones.

En Romanos 8, a partir del versículo 5, está escrito:

«Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz…»

Este pasaje es claro: vivir según la propia voluntad, dominado por el ego, conduce a la destrucción. Pero quien se inclina al Espíritu encuentra vida y paz.

Todos quieren paz — pero pocos saben cómo alcanzarla

La humanidad clama por paz. El mundo entero lucha por ella, aunque, paradójicamente, utilice la guerra como herramienta. Sin embargo, aquí no hablamos de la paz mundial — esa ya tiene un desenlace profetizado. Hablamos de la paz personal, esa que está al alcance de cada uno. Y, aun deseándola, muchos la sabotean con la forma en que viven.

La mayoría elige un estilo de vida que genera ansiedad, inquietud y autodestrucción. Con miles de millones de personas siguiendo ese camino, no sorprende que el mundo esté en guerra. El problema está dentro de cada uno de nosotros: la voluntad propia.

La voluntad propia es su peor enemigo

Desde que nacemos, ya cargamos con el impulso de hacer nuestra propia voluntad. Incluso con buena educación y grandes ejemplos, un niño tiende a hacer lo que quiere. La Biblia llama «carne» a esa inclinación al ego, al «yo quiero», al «yo pienso».

Cuando seguimos ese ego, nos alejamos de Dios. El ego quiere ser su propio dios, y por eso intentamos justificar nuestros errores, somos implacables con los demás e indulgentes con nosotros mismos. El ego nos engaña — no quiere nuestro bien.

La carne nos lleva a la ruina, incluso sabiendo qué hacer

¿Quiere un ejemplo práctico? La lucha contra el sobrepeso. Todos saben lo que hay que hacer: comer menos y hacer ejercicio. No hay fórmula mágica. Pero el ego quiere comer, descansar y, aun así, adelgazar. Esa es la carne saboteándolo.

Otro ejemplo: ¿cuántas personas están presas hoy por haberse dejado llevar por el deseo de vengarse? Un momento de rabia puede resultar en años tras las rejas. La voluntad de la carne les quitó la libertad. Así es como nos convertimos en nuestros peores enemigos después del diablo — con nuestras propias decisiones.

La inclinación al Espíritu transforma su vida

Quien vive según el ego se inclina hacia la muerte. Pero quien desea vida y paz necesita someterse al Espíritu de Dios. Entonces, es necesario reconocer: «No sé guiarme. Cuando sigo mi ego, me hundo. Señor, guíame. Quiero aprender a escuchar Tu Voz, a decir “no” a mi ego y “sí” a Tu Espíritu».

Al principio será difícil, ya que cambiar hábitos exige esfuerzo. Pero, aun tropezando, vuélvase a Dios. Arrepiéntase, vuelva a comenzar. Cuanto más insista, más el ego se someterá al Espíritu.

Sométase al Espíritu y encuentre vida y paz

Inclinarse al Espíritu es un acto de sumisión. Quien se inclina, se rinde y reconoce: «El Señor es más grande que yo». Ese reconocimiento abre las puertas a una vida plena. Comienza a experimentar salud, descanso, armonía en las relaciones y paz interior.

Eso no significa ausencia de enemigos, sino paz en su mundo interior y en el ambiente que usted puede controlar. No extrañará la vida dominada por la carne. Se preguntará por qué tardó tanto en descubrir esta nueva forma de vivir.

Tome la decisión: elija la vida, elija la paz

La decisión está en sus manos. La vida y la paz están disponibles para quien se inclina al Espíritu. Solo hace falta dejar de seguir la propia voluntad y entregar el control de su vida a Dios.

Vea este mensaje completo en el siguiente video.

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso