thumb do blog Renato Cardoso
thumb do blog Renato Cardoso

Primero las primeras cosas

En un mundo de tantas tareas, de tantas cosas para hacer, y de tantas oportunidades de distracción, ¿cómo decidir qué hacer?

Dentro de cada uno de nosotros hay un instinto, una cobranza interior, que casi siempre está dirigiéndonos para hacer lo que es más importante para nosotros en cualquier momento. No sé el nombre exacto para eso. Quizás sea nuestra propia conciencia, quizás algún tipo de alarma que tiene nuestro cerebro. No importa. Lo que importa es que existe, y que usted y yo tenemos esa habilidad de saber, en cualquier momento, lo que debemos hacer ya, ahora.

Fue esa alarma la que me instigó a escribir este post. En medio de tantas cosas que tengo que hacer, me exigió fuertemente que yo lo escribiera ahora, no más tarde. Y ya puedo oír la próxima alarma diciéndome que ni bien termine aquí, tengo aquella reunión marcada y tendré que prepararme y dirigirme hacia allá en algunos minutos.

Claro que no siempre somos obedientes a esa alarma. Como la alarma que nos despierta a la mañana, queremos silenciarla y dormir un poquito más… Pero el arte de la disciplina y del dominio propio está en atender esa alarma rápidamente, dejando todo el resto para después.

Nosotros solo podemos hacer una cosa al mismo tiempo. Investigaciones recientes ya descubrieron que multitasking — la habilidad de hacer más de una tarea al mismo tiempo — es un mito. En realidad, cuando intentamos hacer más de una cosa al mismo tiempo, nuestro cerebro permanece cambiando el foco de eso para aquello todo el tiempo, intentando hacer lo mejor que puede. El resultado es la pérdida de la concentración y, consecuentemente, de tiempo (debido al “para y comienza” a toda hora), y obviamente la pérdida de la calidad del trabajo. Nos desempeñamos mejor cuando estamos enfocados en una sola cosa.

Por eso, oír esa alarma que usted tiene ahí dentro suyo es extremadamente importante.

Guarde esta frase, para recordarlo:

Haga la primera cosa, siempre. La segunda cosa, nunca.

(Como ya lo debe haber adivinado, después de que esté hecha la primera cosa, la segunda se volverá la primera, y así en adelante.)

Mi segunda se acabó de volver la primera.

¡Hasta mañana!