Está escrito en la Palabra de Dios: “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (Romanos 8:22).

Estas palabras son especialmente para usted que piensa: «Parece que no nunca llegaré a ningún lado en mi vida. Parece que todos los esfuerzos son en vano». Lo que sabemos es que cuando la mujer queda embarazada se llena de esperanzas, de sueños. Empieza a imaginar los posibles nombres para su bebé, si se parecerá más a ella o al padre. Y comienza la gestación. Lo que separa «la gestación» del «bebé en el regazo» son «los dolores de parto». Es decir, la madre debe pasar por estos dolores, que son los que separan a la mujer de la realización del sueño de ser madre. Esto es lo que vemos hoy en la humanidad.

Pablo habla de un período «en el medio», entre una cosa y otra. Esto es lo que veremos hoy. Cuando Dios creó el mundo, Él soñó, puso al hombre y a la mujer en el Jardín y dijo que todo eso les pertenecía. Envió al hombre para que fuera parte de la creación junto con Él, como un padre que tiene un negocio y se lo transfiere al hijo. Sin embargo, todo sucedió de tal manera que hoy el mundo vive con dolores de parto, a causa de la rebeldía y la desobediencia humana. De esta manera, todo está revuelto, la Tierra, la naturaleza y las personas en una gestación difícil. En el final, en el Apocalipsis, usted verá que las cosas empeorarán aún más, pero, para los que permanecen en la fe, cuando los dolores de parto hayan terminado y esa criatura haya nacido verán la alegría. De la misma manera que la madre está feliz y se olvida de los dolores que sintió en el parto, así será cuando entremos en el Nuevo Cielo, en la Nueva Tierra. Es lo que Dios tiene preparado para los que Le han sido fiel en medio de esos dolores.

Tengo una buena y una mala noticia para usted. La mala es que vivimos en un mundo imperfecto, por eso esta situación cambiará. La buena noticia es que perseveremos hasta el fin, porque llegaremos adonde queremos. Dios nos prepara un nuevo Cielo y una nueva Tierra. Vale la pena perseverar. Administre las dificultades con los ojos en Aquel que es perfecto. Piense sobre esto siguiendo el video.