Por qué Él puso aquél árbol en el medio
Una de las maneras de entender la razón del diezmo es verlo como un recuerdo visual del señorío del Altísimo. Esta práctica empezó con un árbol allá en el Edén.
Dios podría simplemente haber dicho al hombre: “Quiero que usted me obedezca, que recuerde que Yo estoy por encima de usted, que respete lo que es Mío, y que Me tenga en primer lugar en su vida”
Pero en vez de hablar, Él colocó un árbol en el medio del jardín y determinó que el hombre no lo tocase.
Adán y Eva tenían que pasar por aquél árbol casi todos los días. No fue por casualidad que el Señor lo puso en el medio del jardín – es decir, de dondequiera que viniesen, tenían que pasar por él. Era imposible evitarlo, no mirarlo. Y siempre que lo miraban, con seguridad pensaban: “No lo toquen porque no es suyo”.

Era la forma que Dios encontró para recordar al ser humano que Él es el Señor, que aunque todos los árboles del jardín le habían sido dados, incluso los animales, aves, peces y toda la tierra – aun así había UNA cosa que Dios no le había permitido poseer. Aquél árbol simbolizaba el diezmo.
El diezmo sirve como un recuerdo visual de algo espiritual – de que tenemos un Señor, alguien por encima de nosotros. Cuando separamos la decima parte de lo que recibimos, estamos recordando que hay Alguien a quien respondemos. Él, y solamente ÉL, es el Señor.
El Señor Jesús usó el mismo recurso – algo visual para recordar lo espiritual – para ilustrar a grandes verdades. El pan y el vino para recordarnos regularmente de Su muerte; el agua de vida; la puerta de las Ovejas; el pan que vino del cielo; y otros. Y funciona. Todas las veces que separo mi diezmo para llevarlo al altar, no hay cómo no recordar: “Esta parte es de mi Señor”.
Él sabe lo que hace.
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