thumb do blog Renato Cardoso
thumb do blog Renato Cardoso

POR QUÉ A NADIE LE GUSTA RENDIR CUENTAS

A nadie le gusta rendir cuentas y esto sucede desde la niñez. Es mucho más fácil decir: «No debo rendirle cuentas a nadie» que hablar de sus propios errores y fallas

A nadie le gusta rendir cuentas. ¿Ya lo ha notado? Parece que es natural en el ser humano creer que es el dueño de su propia nariz. El ser humano piensa: «Si debo responder ante alguien debería considerar a ese alguien superior a mí. Y yo no acepto que alguien sea superior a mí». Todo esto es implícito.

La naturaleza rebelde del hombre, que se rehúsa a someterse a cualquier persona y que comenzó en el jardín del Edén, hace que este se resista a la idea de rendir cuentas.
Incluso a veces las personas dicen: «¿Quién eres tú para que yo te dé explicaciones?».

Después del jardín del Edén, vemos que Dios le preguntó a Caín, que había matado a su hermano: «¿Dónde está tu hermano Abel?». Dios ya lo sabía, pero al preguntarle le estaba dando la oportunidad de arrepentirse. Es así como el padre o la madre, sabiendo de la peripecia de su hijo, le pregunta: «¿Quién hizo esto?». ¿Qué es lo que quieren escuchar los padres de su hijo? «Sí, fui yo. Me equivoqué». Usted quiere escuchar al menos la verdad. Y eso era lo que Dios esperaba de Caín, pero este respondió:

«… No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?», Génesis 4:9.
En otras palabras: «¿Soy yo quien tiene que rendir cuentas por él?». Caín no quería responder por sus actos e intentó mentirle a Dios (como si Dios pudiera ser engañado).

Es como el hijo que llega a una determinada edad y ya no quiere darles explicaciones a sus padres. Les miente diciendo que va a un lugar y en realidad se va por ahí y vuelve a los tres días. Los hijos no quieren rendir cuentas. Nadie quiere responder por sus actos. El marido no quiere que la esposa vea su celular. La mujer gasta dinero y dice: «No tengo que explicarte nada, trabajo, gano mi dinero». Esto está en la naturaleza humana.

¡Pero observe qué curioso! La Biblia está llena de ejemplos en los que Dios llama al ser humano para rendir cuentas. ¿Y qué será el Juicio Final sino el «gran día de rendición de cuentas»?
Es decir, si usted no se acostumbra a la idea de que debe dar explicaciones, ¿cómo resultará el «gran día de la rendición de cuentas»? ¿Le mentirá a Dios y verá si funciona? ¿Usted cree que podrá decirle a Dios en el Juicio: «No lo sabía»?

Ahora bien, deberemos rendir cuentas de todo, incluso de nuestras palabras, dice el Señor Jesús. ¿Lo sabía? Preste atención, usted que dice: «Yo soy así, “sin pelos en la lengua”».

Rendimos cuentas sobre recursos recibidos y sobre obligaciones asumidas. Entonces le pregunto: ¿Qué es realmente suyo en esta vida? ¿Que trajo a este mundo? ¿Su cuerpo realmente es suyo? La vejez llega. El tiempo se lleva su cuerpo. Este cuerpo es prestado, será habitado por un tiempo.

Solo hay una cosa que nos fue dada: el alma, es su derecho. Usted hace con ella lo que quiere. Puede decir: «Quiero darle mi alma a Dios». Él pagó por su alma por adelantado (y quizás la pagó, pero no se la llevó). La voluntad es suya y es lo único que el ser humano realmente puede darle a Dios. Si usted no quiere darle su alma, Él cumplirá su deseo y la mantendrá distante eternamente. Pero usted puede entregarle su alma y rendirle cuentas. Si hace lo que es correcto, ¿qué miedo tiene de rendir cuentas?

Vea el siguiente video y reflexione sobre este asunto.

imagem do author
Colaborador

Obispo Renato Cardoso