thumb do blog Renato Cardoso
thumb do blog Renato Cardoso

¿PODER QUE TIENE, PERO NO USA?

Intente cerrar la puerta de su habitación, dejar el celular a un lado y pedirle a Dios que le hable. ¡Es un acto de fe! Requerirá humildad, pero le dará una respuesta.

«También les dijo: Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y va a él a medianoche y le dice: “Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha llegado de viaje a mi casa, y no tengo nada que ofrecerle”; y aquel, respondiendo desde adentro, le dice: “No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme para darte nada”. Os digo que aunque no se levante a darle algo por ser su amigo, no obstante, por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Y yo os digo: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.”» Lucas 11:5-10

La oración exige insistencia

En este pasaje, Jesús nos enseña que la oración debe ser perseverante. Compara la actitud de un amigo insistente, que llama a la puerta de otro amigo a medianoche pidiéndole pan, con el poder de la oración perseverante. Aunque el amigo no quiera ayudarlo de inmediato, acabará cediendo frente a la insistencia. Así es con Dios: cuando oramos con fe y perseverancia, somos atendidos — no porque lo merezcamos, sino porque confiamos en Su bondad.

Hoy en día, muchas personas gastan dinero y tiempo en psicólogos, médicos y en el consejo de sus amigos. Hablan durante horas de sus problemas, se desahogan en las redes sociales, pero nunca Le dicen ni una sola palabra a Dios. Lo curioso es que Él es el único que puede ayudar de verdad — y es gratis. Aun así, muchos no oran.

La generación que cambió la fe por los recursos

¿La razón? Nunca han experimentado la oración verdadera. Vivimos en una generación que ha cambiado la fe por los recursos. Cuando hay dinero, sobra comodidad, pero falta fe. Cuando los recursos se acaban, la fe, por necesidad, renace. En el pasado, sin tecnología ni fácil acceso a médicos y terapias, la gente hablaba con Dios. Hoy, lo han olvidado.

Jesús no dice que Dios responde solo para librarse de la insistencia, sino que nos muestra un principio: si incluso nosotros, humanos imperfectos, respondemos al clamor insistente, ¡cuánto más Dios, que es justo y misericordioso!

La oración sincera exige fe y humildad

La oración sincera no exige perfección, sino fe y humildad. Dios espera que pida, busque y llame a la puerta. La excusa de que «Dios ya sabe lo que necesito» puede ser orgullo o pereza disfrazada. Quienes creen de verdad, oran.

Si está ansioso, deprimido, angustiado o está viviendo una guerra interior, haga un experimento: entre en su habitación, apague el celular, cierre la puerta y hable con Dios. Dígale todo lo que hay en su corazón. Abra su alma. Hable hasta sentir alivio. Al terminar, agradézcale, confíe y observe qué sucede.

No cuesta nada

Si la angustia regresa, vuelva a orar. Llame a la puerta tantas veces como sea necesario. Hágalo y verá que ya no tendrá que exponerse en redes sociales ni buscar consuelo en quienes no pueden resolver el problema. Dios traerá paz, claridad y soluciones.

Orar no cuesta nada. Solo exige humildad y actitud.

Mire este mensaje completo en el video posteado.

imagem do author
Colaborador

Obispo Renato Cardoso