thumb do blog Renato Cardoso
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PIENSA QUE POR SER BUENITO, LA BENDICIÓN ES AUTOMÁTICA

La bendición viene por la acción de la fe, fundamentada en la Palabra de Dios, no por lo que consideramos merecer

Muchas personas proclaman la importancia de confiar en sí mismas. Sin embargo, hay un tipo de confianza en sí mismo que es nocivo, que hace mal: la confianza en la propia justicia, que es creerse justo a los propios ojos, según sus propias reglas.

Jesús habló sobre eso.

En el Evangelio de Lucas, capítulo 18, a partir del versículo 9, el Señor Jesús dijo:

«Refirió también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás…».

No somos buenos jueces de nosotros mismos:

Ahora bien, cuando nos juzgamos según nuestra propia justicia, ¿cuál es nuestra justicia? La que está siempre inclinada a nuestro favor. Cuando se trata de nuestros enemigos, queremos que tropiecen, que caigan, que paguen por lo que hicieron. Cuando nuestros enemigos se equivocan, nuestro corazón humano quiere todo el peso de la justicia sobre ellos.

Sin embargo, cuando nosotros nos equivocamos, cuando nosotros hacemos lo mismo que ellos, cuando nos toca a nosotros, ¿qué queremos? Misericordia, indulgencia, perdón. Que sean pasados por alto nuestros errores, que se considere nuestro buen historial, que se tomen en cuenta nuestras promesas de que cambiaremos y de que nunca más haremos lo mismo. Es decir, no somos buenos jueces de nosotros mismos.

Lea la parábola completa:

Por eso Jesús nos enseña esto. Tan solo el principio, tan solo el propósito de la parábola, ya nos da una lección en sí. Usted puede y debe leer la parábola completa en Lucas 18, para entender mejor lo que Él enseñó y cómo esa propia justicia se manifiesta muchas veces.

La justicia de Dios viene por la fe:

Entienda que la justicia de Dios viene por la fe.

Esta no viene por nuestros méritos. Si la justicia de Dios viniera por nuestros méritos, ninguno de nosotros permanecería de pie delante de Él.

La fe democratiza la justicia, democratiza el milagro. Esto quiere decir que la fe les da acceso a todos al milagro y a la justicia de Dios. Le da acceso al creyente y al ateo, al rico y al pobre, al analfabeto y al letrado. La fe le da acceso al judío y al árabe; al evangélico, al espiritista, al católico y al musulmán.
Por la fe, usted y yo podemos acceder al trono del Altísimo y Él puede concedernos Su justicia. ¿Pero de dónde viene esa fe? Viene del reconocimiento de que no podemos recibir nada por nuestros méritos, sino por la Palabra, el carácter y la promesa de Dios. Es por Quien es Él, no por quienes somos nosotros.

La igualdad y la justicia de Dios:

Dios es justo en esto, porque no excluye a nadie.

La igualdad de Dios, la igualdad Divina, se manifiesta a través de la fe. Dios trata a todos por igual. Por la fe, delante de Dios soy como fue Abraham, como fue David, como fue Pablo, como fueron los hombres y las mujeres de Dios del pasado.

Por la fe, Jesús dijo que aquellos que creen en Él harán las obras que Él hizo y obras aún mayores (Juan 14:12).

No es porque es buenito:

No piense que Dios hará justicia en su vida porque usted es buenito.

Vivir la vida de manera justa es una objeción de conciencia. Yo busco vivir mi vida de acuerdo con la Palabra de Dios porque, si soy de Dios, es eso lo que se espera de mí. Pero tengo la conciencia de que, si quiero conquistar las cosas que están prometidas en la Palabra para mi vida, debo usar mi fe. Yo no puedo confiar en mi justicia.

La fe debe ser manifestada, porque la fe nos da acceso a la justicia de Dios. La fe nos da acceso al milagro. La fe nos hace merecedores. Por eso, ejercite su fe.

Vea el mensaje completo en el siguiente video.

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso