ORÉ, PERO NO FUI ATENDIDO. ¿QUÉ SUCEDIÓ?
¿Cuántas veces usted oró y Le dio instrucciones a Dios de cómo quería su bendición?, ¡pero debo decirle que Él no trabaja de esa forma! No es en el momento que nosotros queremos, tampoco a nuestra manera. Pero confíe, lo que Dios hace, al final, ¡siempre es lo mejor!
Alguien se desahogó conmigo y dijo así: «Mire, obispo, yo oré, clamé, Le pedí mucho a Dios algo, pero no tuve respuesta, por eso, me desanimé de orar, porque parece que Dios no me está escuchando o, si es que Él me está escuchando, no me quiere atender».
Esa persona, que se desahogó, seguramente, representa a muchas personas. Personas que oran y no reciben de la manera y en el momento que quieren. Interpretan que Dios no responde o que Él tiene algo en su contra. Pero eso no es verdad.
Cuando nosotros Le oramos a Dios, como el Señor Jesús nos enseñó (en el nombre de Él y creyendo), somos escuchados. Es una promesa de Dios escucharnos. Ahora bien, hay una diferencia entre «escuchar» y «atender». Hay también pedidos que Dios no atiende de la manera que nosotros esperamos. Porque este es el gran problema del ser humano: Tenemos la actitud equivocada de definirle a Dios cómo queremos que Él nos atienda. Es como si Le diéramos una orden a Dios y, si no sucede de la manera que queremos, entonces pensamos que Él falló.
En la Biblia tenemos muchos ejemplos de personas que Le pidieron algo a Dios, pero no fueron atendidas o no de la manera que ellas querían. Sin embargo, Él siempre hará Su santa, perfecta, buena y agradable voluntad.
Lo que de hecho sucede es que ni siempre tenemos la respuesta que queremos, pero obtenemos la respuesta que necesitamos. Y es la respuesta que Dios definió que era la mejor para nosotros en ese momento.
David quedó muy triste con el hijo que perdió, el hijo de Betsabé. Los motivos que llevaron al bebé a la muerte son desconocidos. Podría ser que Dios estuviera librando a ese niño de un mal en el futuro. Pero David no dejó de creer en Dios a causa de eso. Él se levantó, fue hasta el Arca de la Alianza, oró, adoró a Dios, volvió al palacio, se bañó, pidió para que le sirvieran comida, y la vida seguía. Él aceptó la respuesta de Dios, incluso siendo contraria a la que él había pedido. Y esta es la relación que Dios quiere que tengamos con Él. Algunas veces la respuesta es «no» (esto no deja de ser una respuesta). ¿Usted logra confiar en la soberana voluntad de Dios o hará berrinche como un niño mimado? Si usted hace eso, muestra que no tiene entendimiento de quién es Su Padre Celestial.
La Palabra de Dios dice que nosotros no sabemos cómo pedir. Hacemos nuestro mejor. Cada uno usa eso que tiene. Y Dios, en Su misericordia, considera incluso nuestra dificultad para orar, nuestros tropiezos, cuando manifestamos nuestra fe.
Lo que Él necesita de nosotros es confianza. Si permanecemos en la voluntad de Dios, al final, lo que Él hará por nosotros, aunque sea diferente de lo que esperábamos, siempre será lo mejor.
Vea este video y medite en el mensaje.
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