thumb do blog Renato Cardoso
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Matrimonio: el mito y la verdad

La reportera de un canal de TV estaba en la ceremonia y fiesta del casamiento de una joven pareja. Fue a investigar el tema de cuánto gastan las parejas para el gran día. La iglesia impecablemente decorada con flores desde la entrada hasta el altar. Tres violinistas y un tenor cantaron durante la ceremonia. El vestido de la novia, el traje del novio, la dama de honor y el cortejo nupcial, los trajes de los padrinos… todo en perfecta armonía visual.

Las mesas para los invitados. La cena de tres platos. El DJ animando la fiesta. El video con la historia de la pareja. La limusina esperando en la puerta…

La reportera felicita al novio y le pregunta: «¿Cuánto costó todo esto?» Él responde: «Bueno, solo de mi parte, más de 30 mil reales, pero los padres de ella también ayudaron mucho.» Y ella agrega: «¿Vale la pena?» La respuesta de él lo dice todo: «Siempre fue el sueño de ella, entonces me parece que ese punto de vista es importante.» Menos mal que la novia no oyó. Estaba del otro lado saludando a los invitados.

Déjeme aclararle: no estoy en contra de que las parejas gasten cuanto quieran para el día del casamiento. Cada uno hace lo que quiere con su dinero. Sobre eso ya hablé con detalles aquí. Hoy quiero hablar sobre el mito del matrimonio Vs. la realidad.

El mito es muy ilustrado por el típico día del casamiento. Toda esa inversión para un día, para eternizar el momento, producir buenas fotos y un buen video, ilustra bien el mito del «felices para siempre». Es la fantasía de los novios, más especialmente de la novia (disculpen, mujeres), de que el casamiento es eso que dicen las tarjetas que acompañan a los regalos. «Ustedes nacieron el uno para el otro.» «Que todos los días estén llenos de amor, paz y armonía.» Todo muy romántico, sin embargo la realidad puede comenzar ya en la segunda mañana de la luna de miel.

Lo que me intriga es que casi no se habla por ahí de los días difíciles del matrimonio. El matrimonio da trabajo y habrá días — semanas, meses, o años — de dificultades. Usted tiene que saber esto de antemano porque quien entra en el matrimonio pensando en las historitas de Disney, se va a despertar un día al lado de un sapo.

Pregúntele a cualquier pareja madura, que hoy vive feliz y se lleva bien, si no tuvieron sus años de desierto. ¡Cristiane y yo finalmente nos pusimos de acuerdo después de 12 años de casados! Me pongo a pensar en las parejas que desistieron en los primeros cinco, siete, diez años de matrimonio — o que aún están casados, pero pensando en el divorcio. Abandonaron el barco en la primera tempestad porque solo esperaban brisa y días de sol.

«Él no me ama más.» «Ella no es más la misma.» «Yo lo amo pero no siento nada más por él.» (Es difícil explicar este último, pero oímos esto demasiado.)

Mujeres, cuando ustedes intercambiaron los votos en el altar y dijeron «En la alegría y en la tristeza», ¿qué pensaban que quería decir «tristeza»?

Hombres, ¿de qué sirve reducir a cero la cuenta bancaria para alegrar a la mujer el día del casamiento, y después invertir cero de tiempo y esfuerzo en los años siguientes?

Salgan del mito. Entren a la realidad. El matrimonio feliz sí existe — para quien trabaja para construirlo.


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