MALDICIONES AUTOPROFERIDAS: ¿se ha maldecido a usted mismo?
Hoy, me gustaría hablarle sobre la «maldición autoproferida». Es la maldición que sale de la propia boca del maldecido. Usted debe saber que las palabras tienen poder, tanto para el bien como para el mal. Estas tienen un significado. En la Biblia, está escrito: «La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos», Proverbios 18:21.
Si usted le dice a su hijo: «No sé por qué naciste», mata a ese niño por el resto de su vida. Si dice: «No te amo más», mata su relación, así como puede restaurarla diciendo: «Te perdono. Empecemos de nuevo. Creo en nosotros. Creo en tu cambio». Cuando dice palabras de vida, también transmite vida.
Tenemos un ejemplo de esto en el capítulo 3 de Job. Por ejemplo, él dijo: «Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día», Job 3:1. Si usted no puede mejorar el silencio, es mejor permanecer callado. Una cosa es pensar algo y otra cosa es decir ese algo. A veces es mejor mantener la boca cerrada. Job abrió su boca y solo dijo tonterías. Él vivía dividido entre la fe y la duda.
Es como esa persona que ya espera el mal: «Es demasiado bueno para ser verdad», porque, en su cabeza, nació para sufrir, para no conquistar, para ser infeliz. Ella anticipa el mal, y eso es un tipo de maldición autoproferida, la propia persona se maldice. Es cuando la persona dice: «Soy una burra. No soy buena en matemáticas. No soy buena para escribir. No soy buena para hablar en público». ¿Usted debe abrir la boca para decir eso? Las palabras tienen poder. Cuando habla, profetiza, y vive para cumplir esa profecía. De esta manera, no hará un curso, no intentará algo nuevo, siempre se quedará en la monotonía, porque piensa que ya alcanzó su límite.
A veces surge alguien de la familia que dice: «No, hijo mío, nuestra familia es humilde». En otras palabras: «No pienses en grande, esto es lo mejor que podemos tener». O una persona se observa y dice: «Soy fea», o con respecto a la vida amorosa: «Parece que no tengo suerte en el amor». Estos son ejemplos de maldiciones autoproferidas. Job se dio cuenta de que él mismo se estaba maldiciendo. De la misma manera, usted puede arrepentirse, reconociendo la locura que cometió y buscando en Dios la sabiduría para controlar su lengua por sí mismo y por los demás. Usted puede hacer esto. Vea el siguiente video y piense en este mensaje.
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