El autocontrol es el segundo fundamento del hombre exitoso.

Salomón dijo: «Mejor es el lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad», Proverbios 16:32.

La historia muestra a muchos hombres que fueron presidentes, gobernadores y grandes empresarios que controlaron a miles y hasta a millones de personas, pero que no tuvieron el control de sí mismos. Traicionaron a sus esposas, se entregaron al vicio, se corrompieron por dinero, en fin, no dominaron su propia ganancia, sus propios deseos.

Entonces, lo más difícil es dominar los propios impulsos. Es como si dentro de nosotros vivieran dos personas todo el tiempo, una que quiere hacer el bien y otra que quiere hacer el mal; una que quiere levantarse temprano y hacer lo mejor en el trabajo, y otra que quiere quedarse acostada debajo de la frazada. Trabamos esa guerra cada mañana cuando suena el despertador.

Un lado quiere ser fiel a su mujer y el otro lado quiere mirar a la mujer de los demás. Es la división del bien y del mal que está dentro del ser humano. Pablo habló sobre esa división:

«Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico. Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí. Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?» Romanos 7:19-24

Esa es nuestra guerra de cada día. El hombre que vence esta guerra contra sus impulsos, contra su voluntad, está en la cima, porque la mayoría no se domina.

Hoy vemos hombres que se entregan a los placeres en busca de lo que pide el corazón.

Nuestro corazón siempre pedirá lo que siente, lo que tiene ganas de hacer. Nuestra carne busca el confort y el placer, quiere satisfacer nuestras voluntades, no quiere tener trabajo, lo cual entra en conflicto con el primer fundamento, que es tener un oficio, ya que para tener un oficio hay que vencer la pereza.

El problema de que siempre busque el confort y el placer es que sus deseos pueden proporcionarle alegría un momento, pero tendrá que pagar un precio por esto más adelante.

Por ejemplo, si come todo lo que sus ojos ven, todo lo que su boca desea, comenzará a volverse obeso y a tener varios problemas de salud.

¿Y qué decir de los vicios? El vicio produce placer, pero junto viene la maldición y el malestar, sea cual sea el vicio.

Entonces, el antídoto para esto es tener autocontrol, conocerse. Si tiene autocontrol, se levantará de la mesa cuando se dé cuenta de que ya llegó a su límite, sintiendo ganas o no; también hará actividad física, queriendo o no.

Si sabe que tiene la inclinación a ser mujeriego, no se queda en conversaciones con mujeres, no les da un aventón y no las sigue en las redes sociales. Si se conoce y sabe que va a resbalarse e ir ladera abajo, no pone el pie en el comienzo de la ladera, se queda lejos.

Por lo tanto, el autocontrol es lo que lo hace ser disciplinado en todo.

Por eso, corte lo que lo está llevando a la destrucción, observe las cosas que ve y que le hacen mal, que hacen que el saldo emocional, espiritual y mental sea negativo. Usted elige lo que deja entrar en sus pensamientos, tiene poder sobre eso, entonces, no viva por sus sentimientos, no viva por lo que tiene ganas de hacer, de lo contrario, su voluntad lo esclavizará.
Nunca encontrará a alguien exitoso que no tuvo que dominarse a sí mismo.

Vea el mensaje completo por medio del siguiente video.

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