LAS EMOCIONES LO LLEVAN A LAS MALAS DECISIONES
Las emociones tienen la función de informarnos que debemos hacer algo, pero no pueden decidir qué debemos hacer, porque el corazón es engañoso y corrupto. Aprenda a hacer buen uso de sus emociones y a no ser guiado por ellas para lo que lo haga sufrir
Las emociones nos empujan a tomar malas decisiones. Esta es una lección esencial para la vida. Debemos mantenernos alerta: cuando los sentimientos toman el control, suelen llevarnos al error. Esto ocurre porque la emoción actúa por el impulso del momento. No considera el futuro — solo lo que se siente ahora.
Las emociones no piensan en el mañana
Sea pasión, tristeza, ira, alegría, envidia o celos, todas tienen algo en común: solo piensan en sí mismas. No reflexionan ni evalúan las consecuencias. Por eso, son pésimas consejeras.
Por ejemplo: ¿cuántas veces ha escuchado — o dicho — frases como: «Hagámoslo ahora, después vemos»? Eso es la emoción hablando. ¿Y en qué área de la vida estas emociones se manifiestan con más fuerza? En las relaciones amorosas y familiares.
Sentimientos que salen caros
Imagine este escenario: un familiar aparece desesperado. Está endeudado, amenazado, llorando, suplicando ayuda económica. Usted sabe que no puede ayudar. Su presupuesto no lo permite. Pero, aun así, cede al pedido emocional. Se endeuda usted para «salvar» a esa persona. En el fondo, usted sabía que probablemente no cumpliría las promesas de pago. Aun así, actuó por emoción. ¿El resultado? Ahora usted está comprometido, endeudado, sufriendo las consecuencias.
Huyendo de un problema, cayendo en otro
Otro ejemplo: una joven vive en conflicto con sus padres. La casa se ha convertido en un campo de batalla. Cansada, decide irse a vivir con el novio solo para huir de la familia. Deja un problema para caer en otro. Luego, se da cuenta del error, pero el orgullo le impide retroceder. Y se aferra a algo que ya nació torcido.
Estas son decisiones guiadas por emociones descontroladas. Por eso, es vital entender: las emociones no deben decidir por nosotros. Pueden informar, sí. Pero quien debe decidir es la razón.
Las emociones informan, no deciden
Tome nota de esto: las emociones informan nuestras decisiones, pero no deben tomarlas. Si dejamos que el sentimiento nos guíe, sin considerar los hechos y las consecuencias, vamos a salir lastimados. Reconozca lo que siente — ira, pena, frustración, cansancio —, pero no se mueva solo por eso. Evalúe. Sopese. Decida con conciencia.
El corazón es engañoso
La Biblia es clara: «Más engañoso que todo, es el corazón…» (Jeremías 17:9). Jesús también afirmó que es del corazón de donde salen todas las malas actitudes (Mateo 15:18-20). Esto se porque el corazón — símbolo de las emociones— es impredecible. Grita, exige, presiona. Es como un terrorista emocional: «¡Si no haces esto ahora, lo vas a perder todo!».
¿Quién debe tener el control?
Ahí es donde entra el espíritu. Él debe dominar. No el cuerpo. No el alma (las emociones). El orden correcto es: espíritu, alma y cuerpo. El espíritu — la mente conectada con Dios — necesita liderar, controlar los sentimientos y, así, guiar las acciones.
Reorganice su jerarquía interior
Cuando este orden se invierte, la vida se desorganiza. Quien deja que el corazón decida, cosecha dolor. Pero quien actúa con sabiduría espiritual, evita los desastres emocionales. Aprenda de los errores. No repita las malas decisiones.
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