¿LA PUERTA DEL CIELO ES EN LA TIERRA?
La decisión sobre la eternidad no se toma después de la muerte — sino ahora, mientras hay vida. No piense que tendrá tiempo de arrepentirse más adelante… ¡el momento es ahora!
La mayoría de nosotros tiene la siguiente imagen en la mente: cuando muera, mi alma irá hasta la puerta del cielo, veré un portón dorado, ángeles, nubes y una fila de personas; entonces sabré si entraré o no. Esa imagen fue implantada por las películas, las ilustraciones y demás.
Pero me gustaría que borrara esa imagen de su cabeza porque no concuerda con la realidad. Esta da la falsa idea de que la entrada al cielo se resuelve allí arriba, delante del portón. En realidad, la puerta del cielo es aquí en la tierra. Usted le dice que sí o que no al cielo aquí, porque allí arriba será demasiado tarde.
Primeramente, una analogía sobre la puerta del cielo
Cuando usted viaja a Estados Unidos, por ejemplo, en el mostrador de la aerolínea ellos acostumbran pedirle el pasaporte y la documentación que muestra que tiene derecho de entrar al país. De lo contrario, ni le permitirán embarcar. Y, si por casualidad usted logra pasar por ellos sin visa, cuando llegue al sector de inmigraciones en Estados Unidos, ciertamente no entrará. Tendrá que tomar el siguiente avión de regreso.
Lo mismo sucede entre el cielo y la tierra. La entrada al cielo se resuelve en la tierra. No piense que usted llegará al «mostrador» del cielo, contará una bella historia y convencerá al ángel de que fue una buena persona o le pedirá una nueva oportunidad para hacer todo diferente. La puerta del cielo está en la tierra.
Incluso, Jacob tuvo esa visión. En sueños, él vio una escalera que llevaba al cielo y los ángeles subían y descendían por esta. En aquel lugar, él tuvo un encuentro con Dios y fue la puerta del cielo para él (lea Génesis 28:16-17).
¿Por qué Dios instituyó Su Iglesia?
No me refiero a una placa de iglesia, sino a la verdadera Iglesia del Señor Jesús, representada por las personas salvas de diferentes denominaciones, formada por los salvos, por los que forman parte del Reino de Dios. Ellas son como embajadas de un país en otro, para representar sus intereses allí.
La Iglesia es una embajada del Reino de Dios; cuando una persona llega allí, llega a la puerta de los cielos y tiene la oportunidad de entrar al cielo. Porque, en este lugar, escuchará la Palabra, se entregará, crecerá espiritualmente y recibirá al Espíritu Santo. Claro que eso también puede suceder fuera de las paredes de una iglesia.
Resuelva su situación aquí y ahora
Consideremos lo que sucedió en la cruz, la historia de los dos ladrones. Jesús fue crucificado entre dos ladrones. El de la derecha creyó en Él, se arrepintió, reconoció que estaba recibiendo un castigo merecido, pidió misericordia y creyó que Él era el Rey, ya que iría a Su Reino (Lucas 23:42).
Jesús le dijo a aquel hombre, que aún estaba en la tierra, que había garantizado su entrada al cielo (Lucas 23:43). ¿Entendió?
En conclusión:
Entonces, no piense que usted resolverá su situación espiritual después de la muerte. No piense que tendrá tiempo como el ladrón en la cruz. Ni todo el mundo muere lentamente. Muchos mueren sin siquiera ver la muerte venir, de forma repentina, absurda.
Las personas juegan con la propia alma, con la propia Salvación, cuentan con la suerte. No tienen certeza de su Salvación y no se preocupan por resolver el problema de su alma en la tierra porque piensan que tienen tiempo. Pero, si hay algo que no tenemos en esta vida, es tiempo; el tiempo nos tiene a nosotros.
Nosotros decidimos nuestro destino eterno aquí. ¿Y cómo hacemos eso? Debes decidir creer en Dios con todas nuestras fuerzas, reconocer fallas, errores y que necesitas un perdonador, alguien que pague por tus pecados. El único que puede hacer eso de forma eficaz es el Señor Jesús. O creemos en Él y confiamos en Él como nuestro Salvador, o decimos que no. Sea como sea, el destino eterno de nuestra alma será sellado aquí, en la tierra.
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