LA ORACIÓN MÁS DIFÍCIL DE LA BIBLIA
La oración que hizo Jesús en el Getsemaní revela el combate más grande que existe: nuestra voluntad contra la voluntad de Dios
¿Sabes cuál es la oración más difícil de la Biblia? Es aquella que el Señor Jesús hizo en el Jardín de Getsemaní, cuando Le dijo al Padre que no se hiciera Su voluntad, sino la de Dios. Esa oración es la más difícil porque fue dura incluso para Jesús, que la hizo en medio de la mayor agonía de Su alma. Él venció aquella presión infernal justamente porque se rindió, de verdad, a la voluntad del Padre.
“Y adelantándose un poco, cayó sobre Su rostro, orando y diciendo: ‘Padre Mío, si es posible, que pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras’”. Mateo 26:39
Cuando nuestra voluntad se confunde con la voluntad de Dios
Cuando miramos nuestra vida, casi siempre en retrospectiva, nos damos cuenta de cuántas veces seguimos nuestra propia voluntad creyendo que era la de Dios. Tomamos decisiones convencidos de que estábamos en lo correcto, pero luego cosechamos consecuencias que revelaron lo contrario: no era inspiración divina, era nuestra carne. Por eso decir “Sea como el Señor quiere y no como yo quiero” es tan difícil. ¿Cómo renunciar a lo que deseamos cuando creemos que eso es lo mejor para nosotros? Ese es un combate diario.
La Biblia dice, en 1 Pedro 2:11, que debemos abstenernos de los deseos carnales porque estos combaten contra nuestra alma:
“Amados, les ruego como a extranjeros y peregrinos, que se abstengan de las pasiones carnales que combaten contra el alma”. 1 Pedro 2:11
Es decir, nuestro propio querer lucha contra nosotros. Hay una guerra interior constante, y muchos no son conscientes de esto. ¿Tú sí? ¿Percibes que eres el blanco de un combate espiritual milenario entre Dios y el diablo? ¿Que tu alma es el premio de ese combate? ¿Y que quien decide el resultado no es Dios ni el diablo, sino tú?
El valor incalculable del alma
Tu alma es tan preciosa que ninguna riqueza del mundo podría comprarla. Aunque tuvieras todo el dinero del planeta, no podrías pagar por ella. Ese es el valor que Dios ve en ti, y también el motivo por el cual el mal lucha tanto para tomar tu alma.
Si todos tuvieran conciencia de esto, nadie viviría entregándose a sus propios deseos o priorizando conquistas pasajeras. Muchos libran guerras por dinero, éxito y estatus, pero no mueven un dedo por su propia alma. Por cualquier bien material pones candados, seguro, contraseña. Pero ¿cómo estás protegiendo lo que es eterno?
El mayor enemigo del alma son nuestros propios deseos. Solo existe un antídoto: la oración de Getsemaní. Decir con sinceridad: “No sea como yo quiero, sino como Tú quieres”. Esa oración vence el combate interior y libera el alma de la propia voluntad.
¿Podrás hacerla con la misma verdad con que la hizo Jesús?
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