En los momentos de angustia, dolor y cuando no encontramos sin salida, solo existe un camino: la oración de Josafat.

Medita conmigo sobre esta oración, que está registrada en detalle en 2 Crónicas, capítulo 20, cuando Josafat recibió noticias alarmantes, es decir, naciones enemigas, incluyendo a los hijos de Moab y de Amón, se preparaban para atacar a Judá. Antes incluso de la batalla, la mala noticia llegó, trayendo miedo y preocupación — exactamente como le gusta actuar al mal: con intimidación, con avisos de muerte, con amenazas, haciendo que la persona se rinda.

Actuando con determinación

Primero, Josafat sintió miedo; al fin y al cabo, era humano, igual que todos nosotros… Sin embargo, no se dejó dominar por esa mala noticia. En lugar de buscar alianzas con otros pueblos, declaró ayuno en todo Judá y reunió al pueblo para clamar al Señor.

Entonces, salió de su palacio, se dirigió al Templo (no oró en casa, sino que se movió) y presentó sus preocupaciones delante del Altar de Dios. Allí, Josafat reconoció la majestad de Dios, confesó su dependencia y Él le concedió un gran libramiento.

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