La fe nos enseña a ser vigilantes. Y quiero llamar tu atención sobre algo muy serio: Rara vez el mal se presenta de forma directa. Es sutil, y muchos no perciben que las fiestas paganas, provenientes de pueblos que no adoraban a Dios, se fueron mezclando con el catolicismo/cristianismo a lo largo del tiempo.

Mira el caso de Halloween. Mucha gente dice: «Es solo una fiesta, solo un disfraz, solo una broma». Pero no es tan simple. Si fuera solo diversión, ¿por qué los adeptos del ocultismo toman esa fecha tan en serio? Piénsalo. Mientras muchos cristianos la tratan como algo inofensivo, el mundo espiritual está en movimiento — y no siempre del lado correcto. El problema es que, en tono de juego, el ser humano baja la guardia, y es ahí donde el mal encuentra espacio para entrar con más facilidad.

No estoy aquí para criticar, sino para invitarte a reflexionar. Enséñales a tus hijos a pensar. Explícales qué hay detrás de esas prácticas. No por el hecho de que algo ocurra en la escuela, en la televisión o en las redes sociales significa que sea bueno. Tú, como padre o madre, tienes el derecho y el deber de orientar. No se trata de fanatismo, sino de conciencia espiritual.

Por eso, sé un cristiano vigilante. La Palabra de Dios nos advierte: «Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar». (1 Pedro 5:8). Es curioso que la única criatura que ríe es el ser humano… pero también es la única que, riendo, puede perderse.

Entonces, no des lugar al mal — ni siquiera en nombre de la diversión. Y te pregunto: ¿puedes imaginar a Jesús disfrazado para Halloween?

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