thumb do blog Renato Cardoso
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ES VERGONSOZO, PERO DEBO DECRILO

Cómo identificar quien quiere almas — y quien quiere miembros

Hoy quiero responder a una duda que recibí y que quizá sea la de mucha gente. Una persona me escribió diciendo que un pastor, que la ayudó al comienzo de su fe, que tocó su alma en el inicio del recorrido, y por quien todavía siente cariño, salió de la Iglesia Universal, abrió un ministerio propio y comenzó a invitarla a ir a la nueva iglesia.

Entonces ella preguntó: “Obispo, ¿está mal ir a presenciar una reunión de él?”

Antes que nada, déjame decirte: eres libre. Libre para escuchar a quien quieras y para decidir dónde congregar. Pero, aunque seas libre, no eres libre de las consecuencias. Por eso necesitas proteger tu alma.

El interés del hombre de Dios

Quiero dejar claro: mi respuesta no tiene el objetivo de retenerte en la Universal. El verdadero siervo de Dios no compite por miembros; lucha por almas. El problema aquí no es la iglesia A o B, sino el espíritu por detrás de la invitación que recibiste.

Desde la iglesia primitiva existen divisiones. Pablo enfrentó esto en Corinto, cuando algunos decían pertenecer a Pablo, Pedro o Apolo. Su respuesta fue clara: ustedes son de Cristo (lee 1 Corintios 1:12-13). Este problema atraviesa los siglos, y Jesús ya advertía sobre malos líderes, doctrinas distorsionadas y falsos profetas (lee Mateo 7:15).

La era de los “profetas del Pix”

Hoy, este escenario empeoró. Vivimos la era de los “profetas del Pix”: gente que solo tiene revelación para quien ofrece. Y muchas veces, invitaciones así no tienen nada que ver con salvación, tienen que ver con montar un club religioso.

Entonces te pregunto:

  • ¿Dónde fue abierto este nuevo ministerio?
  • ¿En medio de los necesitados?
  • ¿O al lado de la iglesia de la cual él salió, intentando atraer ovejas que ya estaban cuidadas?
  • Quien quiere ganar almas busca a los perdidos. Quien quiere ganar miembros, abre puertas al lado.

Si yo tuviera que elegir una iglesia hoy…

Trataría de saber tres cosas:

  1. ¿Cómo empezó ese ministerio?
    ¿Es fruto de la pasión por las almas o de una rebelión, pelea, desacuerdo?
  2. ¿Por qué salió el pastor?
    ¿Tardó 20 o 30 años en descubrir que ya no estaba de acuerdo?
    ¿O simplemente no quiso seguir obedeciendo, sirviendo, sometiéndose?
  3. ¿Cuáles son los frutos?
    Cualquiera puede tener buena oratoria.
    Pero los frutos revelan el carácter.

La analogía del matrimonio

Si fueras a casarte con alguien divorciado, ¿no querrías saber por qué terminó el matrimonio anterior?
De la misma forma, antes de poner tu alma bajo la dirección de alguien, intenta informarte con quienes acompañaron el caso, y no solo con la versión de quien se fue.

¿Por qué alguien que no fue fiel a su voto ministerial, a su altar y al rebaño que le fue confiado… habría de serte fiel a ti?

En conclusión

Te digo todo esto con tristeza, pero también con responsabilidad.

Mi única intención es alertarte, así como Jesús alertaba a los discípulos.

Eres libre.

Pero también eres responsable por tu alma.

¿Y tú? ¿Estás tomando decisiones espirituales con conciencia, o estás dejando que alguien “coquetee” con tu fe sin que lo notes?

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso