thumb do blog Renato Cardoso
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EL CÓCTEL DE LA MUERTE. ¿ESTÁ BEBIÉNDOLO SIN SABER? ¡ALERTA!

Las personas se pasan la vida intentando matar la sed de la realización personal, en búsqueda de la felicidad. Sin embargo, en esa búsqueda desenfrenada, la mayoría de ellas terminan bebiendo el cóctel de la muerte espiritual y están como muertas vivas en la tierra.

El cóctel de la muerte espiritual tiene tres ingredientes:

Orgullo: la persona se resiste a todo lo que viene de afuera, porque se cree mejor. Nada es lo suficientemente bueno, porque ella sabe más, puede más y es más. El orgullo mata a la persona en vida, porque la hace pensar que es algo que no es.

Vanidad: la persona le da valor a las cosas fútiles que aumentan su estatus, que le dan sensación de poder, valor, importancia y aprobación. Ella le da más importancia a lo que no debería, quiere que su nombre sea respetado, seguido, elogiado y reconocido. Además, quiere la gloria para sí misma. La vanidad puede llevar a una persona a la muerte.

Egoísmo: la persona solo piensa en sí misma, en lo que ganará, en sus beneficios, no se preocupa con los demás y, por eso, se queda sola. Incluso, puede ser muy exitosa, pero no tendrá a nadie a su alrededor para celebrar, solo a los interesados.

Curiosamente, todos estos ingredientes se centralizan en el «yo» de la propia persona. Ella es el centro de su vida.

En cambio, el cóctel de la vida es lo opuesto a todo eso: es no enfocarse en sí mismo, sino en Dios y en su prójimo.

Fue lo que el Señor Jesús nos enseñó:

«Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo», Mateo 22:36-39.

Las consecuencias de estos dos ingredientes son la vida y la felicidad, porque la persona entiende que tiene un Padre que la cuida. Entonces, la muerte ya no la asusta y pasa a ser realmente amada.

Por eso, enfóquese en Dios y en servir a su prójimo. De esta manera, obtendrá el cóctel de la Vida Eterna.