thumb do blog Renato Cardoso
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EL ÁRBOL QUE NUNCA DEJA DE DAR FRUTOS (Salmo 1)

Descubre cómo volverte ese árbol que prospera, fructifica y permanece firme independientemente de lo que ocurra alrededor

La fe verdadera no es pasiva. Transforma los caminos de quien la practica. Y el Salmo 1 nos muestra exactamente eso — cómo vivir de manera productiva, fructífera y estable, incluso en medio de las sequías de la vida.

El salmista habla de dos caminos: el del justo y el del impío. Uno conduce a la vida; el otro, a la destrucción. Pero, antes que nada, nos enseña cómo ser una persona que da buenos frutos.

La diferencia entre el justo y el impío

El justo, en la Biblia, no es simplemente alguien “bueno”. Es aquel que obedece a Dios, que confía en Él y vive conforme a Su Palabra. En cambio, el impío es quien vive ajeno a Dios, guiado únicamente por su propia voluntad.

Tal vez pienses: “Pero veo a personas justas sufriendo y a impíos prosperando”.

Es verdad — a los ojos humanos, a veces parece injusto. Pero recuerda: la muerte no es el final para el justo. Cuando Dios recoge a alguien, es porque lo considera digno de estar con Él. El justo vive para siempre, incluso cuando parte temprano de este mundo.

El árbol plantado junto a las aguas

El versículo 3 del Salmo 1 compara al justo con un árbol plantado junto a corrientes de agua. Esta misma imagen aparece también en Jeremías 17:7-8, que dice:

“Bendito es el hombre que confía en el Señor, cuya confianza es el Señor”.

El profeta explica que quien confía en Dios es como un árbol que extiende sus raíces hacia el arroyo. Aun cuando llega el calor, sus hojas permanecen verdes. Aun en tiempo de sequía, sigue dando fruto. Ese árbol representa a quien mantiene su confianza en el Señor y alimenta su alma con Su Palabra.

Las aguas que limpian y fortalecen

Esas aguas simbolizan la Palabra de Dios. Limpian la mente, purifican los pensamientos y fortalecen el corazón.

Si quieres liberarte de la ansiedad, la tristeza o los malos pensamientos, sumérgete en la Palabra. Disminuye el consumo de los contenidos de este mundo — noticias, músicas, distracciones vacías — y aumenta tu tiempo con la Biblia.

La Palabra es como agua viva: cuanto más la bebes, más limpio y fuerte te vuelves por dentro.

Raíces que buscan el agua

El árbol extiende sus raíces en busca del agua. De la misma manera debe ser el cristiano: buscar la presencia de Dios con esfuerzo y constancia.

No esperes que todo venga listo. Hoy muchos quieren respuestas rápidas, incluso de inteligencias artificiales. Pero infinitamente mayor es la inteligencia espiritual que proviene de Dios.

Busca la Palabra. Extiende tus raíces. Esfuérzate por escuchar la voz de Dios todos los días. Porque, cuando llegue el calor de las luchas, no temerás — tus raíces estarán firmes en la fuente.

Aun en el desierto puedes dar fruto

La vida tiene estaciones: invierno, calor, otoño y primavera. Todos enfrentamos tiempos difíciles, pero quien está arraigado en Dios no se desespera. El justo sigue dando frutos incluso en medio de la sequía. Mientras muchos se desaniman, él permanece firme, confiado y productivo — porque su sustento viene de lo alto.

Invitación final

Baja el volumen de las voces de este mundo y sube el volumen de la voz de Dios. Medita en la Palabra, confía en la Palabra y ponla en práctica. Hazlo, y tú también serás como ese árbol plantado junto a las aguas — fuerte, constante y fructífero en todas las estaciones.

Mira el video hasta el final y fortalece tus raíces con la Palabra de Dios.

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso