EL ALMA DENTRO DE TU CUERPO
Fe es mirar hacia adentro y ver lo que tiene valor eterno
Quiero que prestes atención a lo que voy a tratar aquí, porque esto atañe a tu alma — aquello que eres de verdad.
No eres un cuerpo
No eres un cuerpo, eres un alma. Y el alma es eterna. Nunca deja de existir, pero puede morir en el sentido más terrible: ser separada de Dios.
Mientras estemos en este mundo, todavía tenemos contacto con Él, porque Su Espíritu está aquí. Pero la Palabra enseña que habrá un momento —el arrebatamiento— en que la Iglesia será tomada, y el Espíritu de Dios también será quitado de esta Tierra.
Si crees que el mundo está difícil ahora, no imaginas lo que ocurrirá cuando el Espíritu Santo ya no esté aquí. Hoy todavía hay quienes creen, obedecen y viven la Palabra —y son luz y sal, equilibrando el bien y el mal. Pero, cuando sean quitados, la Tierra literalmente arderá, como dijo el Señor Jesús.
La segunda muerte
La primera muerte separa el alma del cuerpo, pero la segunda separa el alma de Dios. Y, sinceramente, no quieres eso. Quizá hoy te preocupen las cuentas por pagar y los plazos, pero cuando dejes este cuerpo nada de eso importará. Lo que vale es el destino de tu alma — y ese es definitivo.
Fue por tu alma que Jesús vino. En Getsemaní Él dijo: “Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte”. (Mateo 26:38) No era temor al dolor físico de la cruz, porque muchos discípulos murieron de igual forma o más dolorosa. La tristeza era por el “cáliz” que Él debía beber: el castigo por nuestros pecados.
Piensa en la culpa por un solo error que hayas cometido. Esa conciencia pesada. Ahora imagina a Jesús cargando todos los pecados de todas las personas. El peso fue tan grande que sudó sangre.
El precio que pagó por ti
Solo lo soportó porque oró, buscó al Padre y dijo: “Hágase Tu Voluntad”. Venció a Sí mismo y venció todo por ti. ¿Pero para qué? ¿Para que vivas indiferente a eso? ¿Para recordarlo una vez al año y no comer carne el Viernes Santo?
Y ante un sacrificio tan grande, queda la pregunta:
¿Qué Le has entregado a Él en devolución por lo que ya hizo por ti?
Qué hacer ahora
Si Él entregó Su alma por la tuya, entrégale la tuya. Di:
“Ya que has comprado mi alma y has pagado el precio más alto, te la entrego de vuelta a Ti y quiero vivir contigo por toda la eternidad”.
Detente y piensa. Mientras tantos persiguen cosas pasajeras, mira hacia dentro. El destino de tu alma es lo que realmente importa.
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