thumb do blog Renato Cardoso
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¿DIOS PUEDE SER SEVERO Y BONDADOSO AL MISMO TIEMPO?

Muchos solo ven la bondad y subestiman la severidad, y pueden volverse víctimas de ese entendimiento limitado de la Palabra

La mayoría de las personas considera solo un aspecto del carácter de Dios, pero hoy vamos a considerar los dos lados de Su carácter. ¿Cuáles son? El Espíritu Santo inspiró a Pablo para hablar sobre esto:

«Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero para ti, bondad de Dios si permaneces en Su bondad; de lo contrario también tú serás cortado». Romanos 11:22

Dios Severo vs. Dios Bondadoso:

Él hablaba de dos grupos de personas: los judíos, el pueblo escogido, que experimentó la bondad y la gracia de Dios por haber sido elegido, sin mérito alguno. Y el pueblo no judío, los gentiles, que por la benignidad del Señor recibieron el Evangelio.

Los judíos habían rechazado la benignidad, la bondad de Dios. Por lo tanto, solo les quedaba la severidad. ¿Por qué? Porque cayeron intencionalmente, eligieron no creer en el Hijo de Dios, el Señor Jesús.

Al no querer creer, entonces, esta oportunidad fue extendida a los no judíos. Es decir, el error de uno fue el acierto de otro. El rechazo de uno fue la aceptación de otro. Dios siempre ha trabajado así: si uno no quiere, va para otro. Esaú no quiso la bendición de la primogenitura. Fue para Jacob. Caín no quiso, fue para Abel. Y así la historia se repite.

La decisión es tuya:

Dios quiere decir que, para las personas que consciente e intencionalmente despreciaron Su regalo y cayeron, queda la severidad. El Creador es bueno, misericordioso, compasivo, lleno de gracia, pero tiene su lado severo.

Al mismo tiempo, ves Su bondad en todo momento, incluso ahora, en este instante en que esta palabra está siendo predicada para ti, que estás ahí caído. Tal vez lo rechazaste, caíste, le diste la espalda. Cambiaste a Jesús por tus placeres, por tu voluntad, y ahora cosechas las consecuencias severas de tu caída. Pero Él sigue siendo benigno contigo, permitiéndote escuchar esta palabra y dándote la oportunidad de aferrarte a ella y volver. De arrepentirte, dejar el error, regresar al Padre.

Pero llegará un momento en el que la benignidad de Dios se terminará; no dura eternamente. De lo contrario, las personas que viven en el error nunca tendrían motivo para cambiar. La bondad de Dios exige que Él sea justo. Él corta a quien no quiere vivir en la obediencia de la Palabra. No es por ser malo, sino por ser justo.

Conclusión:

El mismo Texto dice que cuando somos alcanzados por la misericordia de Dios, debemos tener temor y temblor. «Vaya, Dios fue misericordioso conmigo, tengo que hacer valer esta gracia en mi vida. No puedo pisotear esta gracia; debo hacerla valer, pues Él tuvo misericordia de mí». En Hebreos, Pablo dice algo semejante:

«Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados, sino cierta horrenda expectación de juicio, y la furia de un fuego que ha de consumir los adversarios». Hebreos 10:26-27

Este es el Dios del Nuevo Testamento. Él no dejó de ser fuego consumidor. Él es benigno, pero severo para con aquellos que pisotearon Su gracia, Su misericordia. Y benigno para con aquellos que erraron, tropezaron, hicieron horrores, pero que, por la fe, fueron humildes, se arrepintieron y se entregaron a Él. Y mientras permanezcan en ese camino, Él seguirá siendo benigno.

¿Qué es lo que quieres? ¿Qué lado de Dios quieres para tu vida? Es obvio que todos quieren el lado benigno, pero para que lo tengas, primero necesitas arrepentimiento, abandonar el pecado, entregarte a Él y permanecer con Él. Así siempre probarás el lado benigno del Señor.

Pero si insistes en vivir a tu manera, en el error, en el pecado, lamento advertírtelo, pero vas a conocer el lado severo de Dios.

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso