thumb do blog Renato Cardoso
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DIOS ES MATEMÁTICO: NECESITAS APRENDER ESTA CUENTA

Todo lo que Él hace sigue un cálculo perfecto, en el que cada detalle tiene propósito y precisión divina. El ser humano, por ser limitado, a veces se equivoca en los cálculos… pero algo es cierto: Si aprendes esta ecuación, ¡el resultado será positivo en tu vida!

Mucha gente se pregunta: “¿Será que Dios es un matemático?” Yo diría que sí, Dios es el mayor matemático que existe. Esto es fascinante porque incluso los científicos discuten si las matemáticas fueron creadas o descubiertas. La respuesta es simple: las matemáticas fueron descubiertas, porque son el lenguaje del universo.

Desde las partículas más diminutas — como los átomos, las moléculas y el ADN humano — hasta los inmensos planetas, todo sigue leyes matemáticas perfectas. Gracias a estas leyes, los astrónomos pueden predecir eclipses y el paso de los cometas con precisión.

Las leyes revelan al Legislador

Cuando observamos la precisión de la creación, percibimos que todo tiene un orden y un propósito. Si hay leyes, también existe un Legislador. Ninguna ley aparece de la nada — siempre hay una mente detrás. Y es sobre esta “matemática de Dios” que quiero hablarte hoy, porque puede explicar por qué Dios aún no ha entrado en tu vida. Tal vez falte resolver una ecuación: dices que crees, pero todavía no Lo conoces de verdad.

La ecuación del Reino de los Cielos

En matemáticas, 100% significa todo, sin excepciones. Y Jesús expresó esta idea cuando dijo:

“El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo”. (Mateo 13:44)

Observa: el hombre vendió todo lo que tenía para conquistar aquel tesoro. Entendió el valor de lo que había encontrado. Así es el Reino de Dios — o entregas todo, o no entras. Dios no se revela a quien se entrega un 99,9%. Es todo o nada. No se puede tener un pie en el Reino de Dios y otro en el mundo. La matemática divina es clara: todo por todo.

La entrega total y el sacrificio

Jesús también mostró esta matemática en la cruz. Él dio el 100% de Sí mismo, pero no por todos, sino por muchos — por aquellos que valorarían el sacrificio.

“… porque esto es Mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados”. (Mateo 26:28)

¿Por qué “muchos” y no “todos”? Porque Jesús no desperdició Su sangre con quienes no desean la Salvación. Esos “muchos” también necesitan derramar su propia vida en el Altar, rindiéndose totalmente a Dios. Es una alianza, un matrimonio espiritual.

La matemática del matrimonio con Dios

Nadie se casa solo. Jesús ya subió al Altar — la cruz — y dijo “sí”. Ahora, Él espera que la novia (tú) también diga “sí”. Cuando ambos se entregan al 100%, se vuelven uno solo. Es lo que la Biblia describe:

“Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. (Génesis 2:24)

Esa es la misteriosa matemática de Dios: dos se convierten en uno. De la misma manera, cuando te entregas completamente a Él, nace una nueva persona, mucho mejor que antes.

La lógica divina que desafía la razón humana

La matemática de Dios desafía la matemática humana. Por ejemplo, ¿cómo es posible ser más prósperos con el 90% que con el 100%? Cuando obedecemos y devolvemos a Dios lo que es de Él, Él multiplica lo que queda. Es una ecuación espiritual que solo quien vive por la fe entiende.

Si quieres todo de Dios, entrega todo de ti. Quien entrega solo una parte, recibe solo una parte. Pero quien se entrega por completo, recibe una vida plena y multiplicada.

El resultado de la entrega total

Jesús prometió:

“Jesús dijo: En verdad os digo: No hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos o tierras por causa de Mí y por causa del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y tierras junto con persecuciones; y en el siglo venidero, la vida eterna”. (Marcos 10:29–30)

Esa es la matemática perfecta de Dios: entregas todo y recibes cien veces más.

Entonces, ¿qué harás? ¿Aplicar esta cuenta divina o seguirás diciendo: “no entiendo eso, lo dejo para después”?

La elección es tuya. Recuerda: con Dios, el 100% de entrega trae el 100% de resultado.

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso