thumb do blog Renato Cardoso
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DICIEMBRITIS: CUANDO EL AÑO TERMINA, PERO EL ALMA AÚN ESTÁ CANSADA

La fe es lo que nos sostiene cuando el año llega a su fin. Porque, muchas veces, el cuerpo incluso llega, pero el alma parece que se queda en el camino

Diciembre llega y, con él, una sensación común para mucha gente. Mientras el mundo habla de fiestas, promociones, celebraciones y planes, muchos solo piensan: “Sobreviví”.

No logré todo lo que quería. No realicé todo lo que había planeado. Pero estoy aquí. El año terminó y estoy agotado.

Esta sensación es conocida como “diciembritis”. No es una enfermedad del cuerpo, sino del alma. Es el cansancio acumulado de un año entero de frustraciones, tristezas y expectativas no realizadas.

El balance inevitable

Diciembre es un cierre natural de ciclo. Casi sin darnos cuenta, hacemos un balance de la vida. Recordamos las cosas buenas, pero muchas veces también las malas que nos ocurrieron. Entonces surgen preguntas profundas: ¿Valió la pena? ¿Mi vida vale la pena?
Muchos pasan por esto, incluso el rey Salomón.

El vacío de Salomón

Salomón hizo todo lo que deseaba y, al final, encontró un vacío. En Eclesiastés 2:10, describe esta evaluación general:

“Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol”.

Fue sincero. Reconoció que, aun con tantos logros, faltaba sentido. Por eso, si estás viviendo algo parecido, lee el libro de Eclesiastés. A pesar de su tono fuerte, trae respuesta, aprendizaje y esperanza.

No te dejes engañar por las apariencias

En esta época, es fácil compararse. Las fiestas, fotos, sonrisas y redes sociales dan la impresión de felicidad general. Pero no todo el que ríe es feliz. No toda fiesta tiene personas felices.

Muchas veces, quien más festeja es quien más intenta esconder el vacío.

No te entregues al sentimiento

Sentir la diciembritis es natural. El peligro es entregarse a ella. Quien vive solo por el sentimiento abraza el diagnóstico y se rinde.

Así como en la enfermedad física, hay quienes enfrentan la situación diciendo: “No voy a rendirme”. Incluso los médicos lo reconocen: los pacientes que creen en la recuperación responden mejor al tratamiento.

Con el alma ocurre lo mismo.

La cura llamada gratitud

Si miro solo lo que no alcancé este año, siempre tendré motivos para el desánimo. Pero eso no significa que nunca lo vaya a alcanzar. El año todavía no terminó y muchas cosas pueden cambiar en el último minuto.

Por eso, prefiero mirar lo que sí alcancé, lo que recibí, lo que superé. La gratitud es una cura poderosa para la diciembritis. Cuando reconoces lo que Dios ya hizo, algo cambia dentro de ti. Al fin y al cabo, a pesar de todo, estás aquí.

Por último, si te sientes cansado, frustrado, como si solo hubieras sobrevivido los últimos 12 meses, este video es para ti: míralo hasta el final y compártelo para ayudar a más personas.

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso