Amo descubrir misterios escondidos en los versículos bíblicos que pasan desapercibidos por muchos; versículos que raramente son mencionados. Me deparé con uno de estos versículos ayer en la noche. Aquí va:

“Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan, y se quedó allí”. Juan 10:40

Después de tener una severa confrontación con los judíos, que casi lo llevó a la muerte por apedreamiento, nuestro Señor Jesús hizo algo interesante. Él regresó al lugar donde Juan bautizaba en el principio, donde Él también fue bautizado por Juan, y permaneció allí – quizás por algunos días o incluso por semanas.

La pregunta es: ¿Por qué Él regresó a aquél lugar?

Bien, la respuesta es obvia, Él tenía que esperar que las amenazas se enfriasen un poco. Pero ésta no debería ser la única razón por la cual Él regresó allá. Además de esto, había muchos otros lugares donde podría haber ido para esconderse, que no eran tan lejos como “al otro lado del Jordán”. Pero Él hizo cuestión de viajar todo el camino de regreso al lugar donde Su ministerio empezó. ¿Por qué?

Sin duda, durante el tiempo que nuestro Señor Jesús permaneció allí, Él pudo recargar Sus energías, reorientar Su visión, recordarse de porqué Él vino, y qué vino alcanzar. En otras palabras, Él regresó al principio y esto Le ayudó a permanecer en el camino correcto.

A veces nosotros también necesitamos regresar a nuestro punto de partida – recordarnos de nuestros votos iniciales, nuestros primeros planes, o el hasta-que-la-muerte-nos-separe que prometimos cuando nos casamos, los objetivos de cuando empezamos un negocio, o cuando empezamos a servir a Jesús.

Los problemas de la vida, los ataques que sufrimos, las persecuciones y los contratiempos que vivenciamos, contribuyen para desanimarnos e intentan desviarnos de nuestros objetivos. Si no nos recordamos siempre de lo que inicialmente queríamos alcanzar, nos desviaremos del camino y terminaremos mal.

Por esto, siempre que sea necesario, haga como el Señor Jesús: regrese donde todo empezó. Sea en su primer amor con Dios, o sus votos de matrimonio, o sus planes y objetivos, el día que usted fue salvo, etc. – tómese un tiempo para reorientarse y recordarse de lo que realmente está intentando alcanzar. No deje que nada le desvíe de su meta.