CUANDO SOMOS TRATADOS COMO NADA (Observe lo que Dios le dice)
Cuando somos tratados como nada, es fácil pensar y actuar como si fuéramos nada. Vea lo que el mismo Dios dice: «Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa hermosa, oh Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti incircunciso ni inmundo», Isaías 52:1.
Aquí podemos entender que el pueblo estaba dormido (como suele suceder con la persona que sufre hace mucho tiempo, se vuelve «anestesiada», se acostumbra al problema). El pueblo también estaba débil y con ropas de indigentes. ¿Vio cuando una persona está depresiva y no quiere asearse? Así estaba el pueblo. Dios también Se refería a los pueblos extranjeros, que eran pisoteados (como suele suceder en los días de hoy cuando las personas nos maltratan o se aprovechan de nosotros).
Él continuó (¡vea qué Palabra tan linda!): «Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, oh, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, oh cautiva hija de Sion», Isaías 52:2. Es decir, el pueblo estaba como prisionero, como esa persona lanzada al polvo. Y Dios le pide al pueblo que salga de esa situación, que se quite las cadenas de los brazos, del cuello y de los pies. En otras palabras, lo que Dios dice es que pondrá a Su pueblo en la debida posición.
La persona que se siente así piensa que no es capaz. No puede limpiar la casa, ponerse ropa limpia o asearse. Quizás usted se presentó como una persona que no tiene valor. Pero no significa que no lo tenga. Eso es porque usted fue tratado de esa manera durante tanto tiempo que ya asumió ese rol. Esto se ve en la postura, el semblante caído, la espalda encorvada, usted se despierta cansado, sin predisposición, a causa de ese pensamiento: «No soy nada, no me merezco nada». Comienza a manifestar esto en palabras negativas («no puedo» o «de nada sirve intentarlo»). Pide perdón por hablar con las personas. Se disculpa por abrir la boca: «Fulano, discúlpame que te moleste». Preste atención: ¿sabe por qué usted pide disculpas? Porque está cargado de culpas, de ese sentimiento de que no tiene valor, de que es un estorbo en la vida de las personas. No intenta ser más osado, o desafiante porque considera que fracasará.
¿Qué le dijo Dios al pueblo? Le ordenó que despertara. Entonces, ¡despierte! ¡Sacuda el polvo de su cuerpo! ¡Póngase su mejor ropa! ¡Cuídese! ¡Levante la cabeza! ¡Ponga fuerza en su voz! Porque usted no es un nada. Pudo haber sido tratado como nada, pero Dios lo trata como lo más precioso de este mundo. Él lo compró con la vida de Su propio Hijo, el Señor Jesús. Envíe lejos ese falso pensamiento de que usted es alguien que no tiene valor. Vea el mensaje completo en el siguiente video.
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