Todos necesitamos guías. Desde el nacimiento, tenemos padres que nos orientan. Sin dirección, el ser humano es capaz de cometer grandes errores y causar destrucción.

Un niño no es consciente de su existencia, mucho menos del propósito de su vida. Son los padres quienes guían sus primeros pasos. Esta es la lucha de toda madre y padre: conducir a los hijos por el camino correcto.

Aun así, llega un momento en que el niño crece y quiere tomar sus propias decisiones — y ahí surgen los desafíos.

El mayor de todos los guías:

Hoy en día, muchos no salen en sus automóviles sin activar el GPS. No porque no sepan el camino, sino porque buscan la ruta más eficiente. Hasta una planta necesita una estaca firme para crecer recta. Esa estaca es su guía.

En la escuela, los profesores son guías. En el trabajo, hay alguien que nos enseña cuando comenzamos. En todas las etapas de la vida, necesitamos dirección.

Pero el mayor de todos los guías fue prometido por Jesús:

«Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad…» (Juan 16:13)

Ese guía es el Espíritu Santo — el propio Espíritu de Dios. Fue enviado para conducir a quienes creen, a los que eligen seguir al Señor.

Piense en esto: las personas invierten fortunas en educación, intercambios, universidades prestigiosas, todo para tener a los mejores profesores y garantizar un futuro brillante.

El Espíritu Santo no guía a cualquiera:

Pero el mejor maestro — el Espíritu Santo — es gratuito. No exige dinero, ni títulos. Está disponible tanto para el rico como para el pobre, para el instruido y para el analfabeto.

Sin embargo, Él exige humildad, entrega y obediencia. Después de todo, ningún maestro acepta alumnos rebeldes. Quien quiere aprender debe estar dispuesto a escuchar y obedecer.

El Espíritu Santo no es cualquier maestro. Es Dios guiando cada detalle de nuestra vida. Y, aun así, muchos prefieren seguir a maestros humanos. El mundo, dijo Jesús, «no puede recibirlo» — no porque Él no esté disponible, sino porque pocos se someten a Su dirección.

Cómo recibir al Espíritu Santo como su guía:

Pero si usted dice con sinceridad:

«Dios, quiero aprender de Ti. Ya no quiero guiarme por mis deseos, por otras personas o por este mundo. Quiero al Señor como mi guía».

Entonces, Dios le dará ese regalo.

El Espíritu Santo guiará sus decisiones, sus relaciones, sus negocios. Lo ayudará a vencer dudas, ansiedades y debilidades. le dirá:
«Ven conmigo. No tengas miedo. Yo te mostraré el camino».

No se deje guiar por cualquier cosa — elija al mejor Guía:

Y entonces, sabiendo esto, ¿por qué alguien pondría otra prioridad por encima de recibir al Espíritu Santo?

Si Él no lo está guiando, entonces algo o alguien lo está haciendo. Y eso debería preocuparle.

¿A quién está siguiendo?

Busque al Espíritu Santo con todas sus fuerzas. Tenga humildad. Tenga sed. Si lo busca, ciertamente Lo recibirá.

Ya no viva perdido. No sea como un ciego guiado por otros ciegos. El Espíritu de Dios está listo para ser su guía.

Vea este mensaje completo en el siguiente video.