Quien perdona una ofensa muestra que tiene amor, pero quien recuerda el asunto estropea la amistad. – Proverbios 17.9

Su esposa(o) le falló. Quizás le haya mentido. Le haya mezquinado la verdad. Le haya decepcionado. Le haya traicionado. Haya hecho algo que le hirió profundamente.

Usted tiene dos elecciones: perdonar o guardar rencor.

Guardar rencor da mucho trabajo. Tiene que estar siempre recordando lo que sucedió, ver aquella película de terror regularmente en su mente, alimentar la rabia y el sentimiento de injusticia… y claro, echarle todo en cara en momentos oportunos e inoportunos. No es para cualquiera. Es necesaria mucha dedicación.

La otra opción es perdonar. Una decisión inteligente que lleva apenas algunos segundos. Un esfuerzo mental para superar los sentimientos negativos cada vez que el recuerdo de lo que sucedió viene a la mente. Con el pasar del tiempo, los sentimientos van muriendo por desnutrición hasta que el perdón total asume el control. Es mucho más fácil, rápido y práctico.

Pero hay personas que insisten en lo más difícil, en lo que no es inteligente. Y no solo insisten en alimentar el rencor, sino que terminan estropeando la amistad, previniendo la restauración de la relación.

Si su compañero se equivocó con usted pero está sinceramente arrepentido y se está esforzando para cambiar, usted no debe estropear ese proceso desenterrando lo que sucedió y usando su dolor como un castigo contra él o ella. Es una realidad que muchos se equivocan y no se arrepienten. Insisten en el error. Si su pareja ha actuado así, usted tendrá que tomar una posición más firme.

Pero si un sincero cambio está sucediendo, entonces no estropee lo que aún queda de la amistad entre ustedes.

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