thumb do blog Renato Cardoso
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¡YO QUIERO!

Mucho cuidado con estas palabras: entenderás por qué...

Ten mucho cuidado cuando te sorprendas diciendo “yo quiero”. En decisiones importantes, esa expresión suele marcar el inicio de elecciones guiadas por el orgullo, la vanidad o la obstinación, y muchas veces lleva a la persona a perjudicarse a sí misma y a otros. No se trata de decisiones simples del día a día, sino de decisiones que afectan relaciones, vida económica y espiritual.

Cuando el “yo quiero” nace del orgullo o de la herida

Mucha gente insiste en el “yo quiero” para demostrar que tiene razón, para rechazar consejos o para imponerse en una discusión. A veces, ese deseo nace de heridas: la persona quiere “retrucar”, demostrar independencia o alimentar una necesidad de afirmación.

Sin embargo, el problema es que esos deseos no son neutros. Cuando el “yo quiero” brota del ego, se convierte en una fuente de decisiones impulsivas y de resultados dolorosos.

El deseo que sabotea decisiones

Los deseos inmediatos suelen engañarnos. Así como el niño que insiste en el postre antes del almuerzo, el adulto también tiende a querer lo más agradable y lo más rápido, ignorando las consecuencias. La falta de disciplina crea vidas desorganizadas, relaciones frágiles y economías destruidas.

Las personas exitosas aprenden a decirse “no”; en cambio, quien dice “sí” a todo deseo normalmente se pierde.

La enseñanza bíblica sobre la voluntad

La Biblia alerta que nuestros deseos pueden volverse contra nosotros. Por eso Jesús nos enseñó a orar: “No sea como Yo quiero, sino como Tú quieras”. (Mateo 26:39)

Y en el Padre Nuestro: “Hágase Tu voluntad”. (Mateo 6:10)

Dios no nos pide esto para limitarnos, sino para protegernos de nuestra propia impulsividad.

Cómo lidiar con tu “yo quiero”

Cuando notes en ti la insistencia del “yo quiero”, detente y reflexiona:

  • ¿Este deseo nace del orgullo?
  • ¿De la vanidad?
  • ¿De una herida?
  • ¿De la obstinación?

Entonces, si hay duda, entrégale tu voluntad a Dios y pídele orientación:

“Señor, pongo este deseo en Tus manos. Muéstrame qué es lo mejor”.

La voluntad de Dios siempre conduce a lo bueno, perfecto y agradable. La nuestra, muchas veces, no.

Mira el mensaje completo en el video.

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso