Básicamente, el ser humano necesita cuatro cosas para vivir. Necesita oxígeno, agua, alimento y alguien a quien culpar por sus problemas. Desde el jardín del Edén, tiene el hábito de culpar a los demás por sus propias equivocaciones, por las cosas que son su responsabilidad.

Eso es como una enfermedad que está en la sangre del ser humano, desde su infancia. Si usted tiene dos niños, de 3 o 4 años, que están jugando y de repente se pelean, vea que, difícilmente, uno de ellos dirá: «No, fui yo», lo más probable es que se señalen mutuamente. El ser humano tiene este mal de intentar encontrar un culpable, cuando, la mayor parte del tiempo, él es el mayor responsable de lo que hace y de cómo reacciona ante lo que le sucede.

Si usted tiene un problema, debe preguntarse: «¿Qué haré con respecto a esto?», y hacerlo. Eso es ser responsable. Es necesario dejar de justificarse o de buscar un chivo expiatorio para pasarle los fardos de la vida, porque no es posible cambiar a nadie. Lo único que puede hacer es cambiarse a sí mismo.

Usted es responsable de lo que piensa, de lo que siente y de cómo reacciona ante lo que le sucede.

Por eso, en lugar de buscar alguien a quien culpar, vuélvase especialista en fusilar las excusas que aparecen en su mente y asuma la responsabilidad. Por ejemplo, si cree que no asciende en su trabajo porque Fulano lo persigue o no lo ayuda, ¿qué puede hacer con respecto a eso?

Tiene dos opciones, si no hay nada qué hacer para ascender allí, renuncie y, probablemente, después encontrará algo mejor; o ignore a esa persona y dé su mejor, independientemente de lo que los demás piensan. Dios prometió que es bueno sufrir injusticias por hacer el bien, porque eso nos vuelve tanto humildes como perseverantes y nos enseña a tener paciencia.

En otras palabras, eso lo hace ganar puntos con Dios, quien podrá usar esa injusticia para hacer justicia en su vida. Pregúntese lo siguiente: ¿Qué sucedería si asumiera la responsabilidad de todo lo que le sucede? ¿Qué sucedería si eso se vuelve un pensamiento, una ley fija que usted se pone a sí mismo? Piénselo.