APRENDE CON LA FE DE ESTA MUJER
En este video aprenderás cómo entregarte a Dios y dejar de cargar tantos pesos: frustración, resentimientos, sueños no cumplidos, humillaciones…
Cuando observamos a Ana, entendemos lo que Dios busca en el ser humano: verdad, sinceridad y entrega individual, no colectiva, como sucede cuando alguien simplemente se afilia a una religión.
¿Qué ocurre con la religión? La persona se une a un grupo, participa en rituales, va al templo y cumple con lo que se espera de ella. Entonces, siente una falsa sensación de deber cumplido y de favor ante Dios, reforzada por los ritos colectivos. Pero, en la práctica, nada cambia.
Ana, por ejemplo, vivía en una familia religiosa: todos asistían al templo, cumplían rituales. Pero en esa casa reinaban el sufrimiento, la envidia, la humillación y el rechazo. No coincidía con la fe que profesaban.
En su dolor y humillación, Ana hizo lo que todos necesitamos aprender a hacer: rompió con la religiosidad y fue directamente a Dios. Abrió su alma, derramó su corazón, expuso su amargura y su dolor. Era una oración sincera, de alguien incomprendida por su esposo, incomprendida incluso por el sacerdote, pero no por Dios. En ese momento, Ana hizo lo que el Señor espera del ser humano: Lo trató como a un Padre.
La fe de Ana:
Ella Le entregó a Dios lo que más pesaba en su vida: la vergüenza de no tener hijos. Y dijo: «Si el Señor me da un hijo, yo Se lo devolveré». Es decir, pidió lo que más deseaba y, al mismo tiempo, entregó lo que más deseaba. Ya no estaba atada al dolor de la frustración. Antes incluso de quedar embarazada, ya estaba libre de la amargura, de las comparaciones y de las provocaciones de su rival.
Entregar a Dios significa precisamente eso: dejar en Sus manos lo que cargamos. Es como cuando alguien lleva una caja pesada hasta su destino y, al entregarla, se va aliviado. Así también es con Dios: cuando entregamos, no lo tomamos de vuelta. El dolor, la frustración, la pérdida o el duelo dejan de ser nuestros problemas y pasan a ser de Él.
Al igual que Ana, cada uno necesita presentarse ante Dios y decir: «Estoy cansado de cargar con esto. A partir de hoy Te lo entrego a Ti. Si me das lo que más deseo será para honrarte. Si no me lo da, no sufriré más». Cuando existe esa entrega verdadera, llega el alivio, el descanso y, muchas veces, lo que parecía imposible termina sucediendo de forma natural.
Mira este video y aprendamos juntos con Ana.
Portugués
Inglés
Francés
Italiano
Haití
Ruso