ANDAR, DETENERSE Y SENTARSE: ¿POR QUÉ NO LOGRAS SER FELIZ? (Salmo 1)
Andar, detenerse y sentarse, parecen simples acciones, pero espiritualmente representan un proceso peligroso que puede alejarte de Dios sin que lo notes
Hace unos días meditamos sobre el Salmo 1 y hablamos de tres palabras muy fuertes: consejo, camino y rueda. Ahora quiero que observes otros tres movimientos escondidos en este mismo versículo: andar, detenerse y sentarse. Estos tres verbos revelan un proceso sutil, pero peligroso — la progresión que lleva a una persona a la infelicidad espiritual.
Primer paso: andar en el consejo de los impíos
Andar es actuar sin pensar, es un movimiento automático.
Así sucede con quien anda en el consejo de los impíos — sigue lo que dice el mundo, repite lo que escucha, incorpora ideas equivocadas sin siquiera darse cuenta.
Hoy, por ejemplo, muchas personas se preparan para fiestas y costumbres que exaltan el mal, sin reflexionar sobre lo que hay detrás. Parece algo inofensivo, pero ya es una señal de que la persona anda según el consejo de los impíos — absorbe lo contrario a Dios como si fuera algo normal.
Y el peligro está justamente ahí: el impío no siempre parece malvado. A veces es alguien admirado, respetado, seguido en redes sociales. Da consejos, habla con seguridad, influye en comportamientos — y, sin darse cuenta, el cristiano comienza a andar al mismo ritmo de estas personas que nada tienen de Dios.
Segundo paso: detenerse en el camino de los pecadores
Después de andar, la persona comienza a detenerse y observar. Detenerse es mirar con atención. Es cuando empiezas a observar la vida de los pecadores y, por curiosidad o comparación, comienzas a considerar su estilo.
Es la joven que, criada con buenos principios, empieza a admirar a las compañeras populares que se visten y actúan contrario a lo que aprendió. Mira, observa y piensa: “Tal vez estoy siendo demasiado conservadora”. ¡Listo! — ya se detuvo.
Cuando alguien se detiene en el camino del pecado, ya abre espacio para ser influenciado. Aún no ha caído, pero está coqueteando con el error. Y esto es el comienzo de la caída.
Tercer paso: sentarse en la rueda de los escarnecedores
Este es el punto final de la progresión.
Quien se sienta en la rueda de los escarnecedores ya se ha convertido en parte del grupo. Pasó de la observación a la participación. Ahora comparte las mismas ideas, los mismos chistes, las mismas actitudes.
Los escarnecedores se mofan de la fe, critican a quienes viven en la verdad y se creen superiores. Y para no ser ridiculizadas, muchas personas prefieren unirse a ellos. Pero al hacerlo, sellan su propia infelicidad.
Atención a tu movimiento
Observa en qué punto estás:
- ¿Solo has estado andando en el consejo de los impíos sin darte cuenta?
¿Te has detenido observando el pecado con curiosidad?
¿O ya estás sentado en la rueda de los escarnecedores, considerando normal lo que antes te incomodaba?
Dios nos alerta a través del Salmo 1 porque quiere preservarnos. Nos muestra que la infelicidad no llega de repente — se construye paso a paso a medida que la persona se aleja de Su presencia.
Por eso, despierta mientras haya tiempo. Sal de la rueda equivocada, levántate del camino del pecado y vuelve a andar con Dios.
La verdadera felicidad está en seguir los consejos del Altísimo, no los del mundo.
El secreto de la verdadera felicidad está en el Salmo 1.
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