3° Paso (Levítico): SEPARE
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“Santificaos, pues, y sed santos, porque Yo, el SEÑOR, soy vuestro Dios.” Levítico 20:7
Una palabra resalta el libro de Levítico: “santo”. Una idea principal es transmitida: “Nuestro mejor debe ser separado para Dios.”
Entre esa palabra y esa idea está el gran problema de la humanidad: El ser humano naturalmente se inclina para lo que no es santo y quiere lo que hay de mejor para sí.
Desde que cayeron Adán y Eva, la raza humana se rebeló contra ella misma. Asesinatos, adulterio, robo, envidia, egoísmo, violencia, abuso y todo tipo de mal entró en la sangre humana y, como una enfermedad hereditaria, pasó a todas las generaciones. El estado natural de cualquier ser humano lo lleva a inclinarse para el mal. Sin dirección, control, y dominio propio, las personas naturalmente van tras lo que es negativo.
Una parte de ese estado caído es el egoísmo, la busca insaciable de satisfacer el yo. Entonces, la idea de que alguien tenga que ocupar el primero lugar en nuestra vida en vez de nosotros mismos, no nos parece algo muy atrayente.
Son esos dos problemas que Dios busca enderezar en el libro de Levítico. El consejo que Él nos da en ese libro poco leído, puede resumirse en estas palabras, como si Él nos estuviera hablando:
Tome toda su vida y todo lo que usted tenga — su comer, dormir, trabajar, relacionar, pasear, soñar — y coloque en el altar como ofrenda para Mí. No se mezcle ni se adapte a la cultura de ese mundo ni de aquellos que están a su rededor, ni siquiera piense en lo que usted está haciendo. En vez de hacer eso, haga de Mí el centro de sus atenciones. Cuando el mundo no tenga nada más de usted, porque su todo, su mejor, Me pertenece, usted tendrá lo mejor de Mi y de esa tierra.
Entonces, ¿por qué muchos:
1 – nunca comienzan?
2 – comienzan mal?
3 – comienzan y nunca terminan?
4 – comienzan bien y terminan mal?
Porque están muy envueltos con las cosas de este mundo y no están dispuestos en hacer el perfecto sacrificio (dar su mejor) para Dios, mucho menos para alcanzar sus objetivos.
El objetivo de este libro es llevar las personas a separar lo mejor de sus vidas para Dios. ¿Pero cómo? ¿Separar qué?
– Lo mejor de su tiempo
– Lo mejor de sus bienes (diezmo, ofrendas)
– Lo mejor de su corazón (amar a Dios más que a la familia)
– Lo mejor de sus talentos (colocarlos en servicio a Dios)
– Lo mejor de su cuerpo (no ensuciarlo con vicios o promiscuidad)
– Lo mejor de sus planes (objetivos que agradan a Dios)
– El mejor testimonio para los que lo rodean
– El mejor de toda su vida al Espíritu Santo
En cuanto a ese último punto, vea la grandeza de Dios. Si “santo” quiere decir “separado”, ¡entonces el Espíritu Santo es el Espíritu que Dios separó, de Él mismo, para darnos! Quiere decir que, Dios separó a Si mismo para habitar dentro de nosotros. Él se santificó por nosotros y para nosotros. Por eso, el mínimo que podemos hacer es separarnos de este mundo para Él.
Actitud:
¿Qué, de qué, y de quién usted debe separarse?
¿Cómo puede usted comenzar para hacer su mejor para Dios en todo?
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