thumb do blog Renato Cardoso
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3 MIEDOS QUE LO BLOQUEAN: CÓMO VENCERLOS

Quiero hablarles sobre los tres miedos que pueden estar bloqueando su vida ahora ¡e impidiéndole de tomar una actitud! He pensado mucho por qué algunas personas se quedan atrás y no logran avanzar. Tienen todas las condiciones y recursos a su disposición, pero no toman una actitud, no tienen valentía. Mientras otras, con mucho menos, avanzan delante de ellas. Solo así, de esta manera, las que se retrajeron se dan cuenta de que la oportunidad ya pasó.

Esto sucede porque ellas permanecen dando vueltas en su propia mente, como el pueblo de Israel, que daba vueltas en el desierto y caminaba en círculos. Una de las principales razones que bloquea a las personas es el miedo, ellas no actúan porque temen. El miedo se presenta de varios colores y sabores. Les mencionaré tres de ellos:

El primero es el miedo de luchar. Las personas piensan: “¿Y si hago eso y no funciona? ¿Y si renuncio a mi trabajo y fracaso? ¿Y si me acerco a la persona que me está gustando y ella me rechaza?”. Muchos se quedan en esta hesitación. De esta manera, el miedo al fracaso los bloquea, se quedan aferrados a su situación actual por miedo a intentar y que no funcione.

La solución para el miedo es enfrentarlo. Lo que me ayuda mucho cuando tengo que enfrentar una situación es preguntarme: “¿Qué es lo peor que puede pasar?”. Muchas veces, la pregunta no es “¿y si me equivoco?”, sino “¿qué es lo peor? ¿Que funcione porque lo intenté, o que pierda porque lo intenté o porque ni siquiera luché?”.

¿Cuántas veces Dios, en Su Palabra, dice “no temas”? Él sabe que el ser humano tiene miedo, por eso dijo eso. Dios sabe que estamos rodeados de pensamientos negativos, personas que están contra nosotros. Por eso, Él nos motiva a tener valentía y a tomar actitudes. El miedo surge cuando usted les presta atención a las cosas que están mal, pero, cuando usted usa su fe, el miedo disminuye considerablemente y usted descubre que no había ninguna razón para temer, que peor que enfrentar su miedo es acobardarse. Póngalo en un rinconcito, es poco lo que usted puede perder cuando ya está pasando por un problema. La alternativa es enfrentar la situación, arriesgarse a que salga bien, porque, al perder, usted ya está perdiendo también.

El segundo miedo que bloquea es: el miedo de desagradar a las personas. Usted se queda pensando en lo que los demás pensarán, tiene miedo de hacer el ridículo, de la vergüenza, de la humillación, de la burla, el miedo de que alguien hable mal. Pero yo le pregunto: ¿se puede agradar a las personas todo el tiempo? Cuando usted evalúa la vida, tiene un poco más de vivencia, empieza a darse cuenta de que es imposible agradar a todos. No logramos agradar a

todos, ni siquiera por un tiempo, ¡mucho menos todo el tiempo! Esto usted lo aprende diariamente.

Piense en lo que es mejor para usted, en lo que está bien delante de Dios, en lo que usted cree que puede alcanzar. Y, si alguien lo critica, ¡es su problema! Usted no tiene el control de la vida de las personas. ¿Y cuál es el problema si a alguien no le agrada? Lo que no puedo es quedarme rehén de lo que los demás piensan. ¡Quite ese miedo, esa ansiedad! Muchas veces, usted está tan preocupado por agradar a los demás que se olvida de sí mismo. Preocúpese por agradar a Dios, al fin y al cabo, usted solo Lo necesita a Él. Pregúntele lo que quiere de usted, cuál es Su voluntad. Lea la Biblia, ore, hable y cuente con Dios.

El tercer miedo es el de perder: Perder dinero, alguna reputación, bienes, relaciones, a una persona. Es ese miedo que le trae el pensamiento: “Más vale pájaro en mano que cien volando”. Pero debemos tener el siguiente pensamiento: “No tengo nada que perder”. Recuerde que Jesús dijo: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de Mí, la hallará.” Mateo 16:25. Así que, “si usted pierde todo de antemano”, para Dios, entregándole su vida Él, ¡usted se salvará! Yo ya Le entregué a Dios mi esposa, mi hijo, mi trabajo, perdí todo eso para Él.

La persona más peligrosa es la que no tiene nada que perder. Ella es inconsecuente, ¡porque ya entregó todo! Por ejemplo, yo nunca tendré depresión, porque no tengo nada que perder. La depresión se produce por algo que se pierde, o por algo que aún no se conquistó. Pero tampoco hay nada que quiera conquistar que ya no tenga: ¡mi Salvación! Lo demás ya lo perdí para Dios.

Si usted quiere vencer, tiene que tomar una actitud. Y, cuando sus miedos quieran bloquearlo, recuerde que MÁS GRANDE es el que está con usted que el que está contra usted.