Anteriormente, hablábamos sobre una observancia del Señor Jesús: el bautismo en las aguas. Hoy, vamos a hablar sobre la segunda observancia que el Señor Jesús nos dejó: la Santa Cena.

La Santa Cena está basada en la Pascua, en los tiempos en que Dios sacó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto. Entonces, tenían que sacrificar un cordero, partir hacia la Tierra Prometida y debían marcar sus puertas con la sangre del cordero, porque el espíritu de la muerte pasaría por todo Egipto, hiriendo a los primogénitos de todas las familias que no tuvieran esa marca. Así que debían comer el cordero, las hierbas amargas y los panes sin levadura, simbolizando toda la amargura, tristeza y esclavitud que vivieron en Egipto.

Bien, el Señor Jesús redujo la Santa Cena a un pan y jugo de uva, que también simboliza que dejamos la vieja alianza de Egipto, presentada en el Antiguo Testamento, sustituyéndola por una nueva alianza más grande y mejor. La nueva alianza no sería más a través de la sangre de los corderos, sino por la sangre del Hijo de Dios. Y ahora no se trata sobre abandonar una tierra, como Egipto, de esclavitud, sino de vida. Por lo tanto, la Santa Cena representa que dejamos atrás la vida vieja de esclavitud, y que comenzamos una nueva vida con Dios, mirando a la Tierra Prometida que es nuestra vida en los Cielos. Por eso, el Señor Jesús, cuando instituyó la Santa Cena, dijo: «Tomad, comed; esto es Mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de Mí (…) la muerte del Señor anunciáis hasta que Él venga», 1 Corintios 11:24,26.

¿Por qué el Señor Jesús nos pidió que celebráramos la Santa Cena regularmente y no una sola vez? Podemos entender la Santa Cena desde diferentes perspectivas: en el pasado, en el presente y en el futuro.

• Pasado:

El Señor Jesús ordenó que recordáramos Su muerte. La Santa Cena nos remite a la cruz. Él entregó Su vida por nosotros en perfecto sacrificio. Jesús Se convirtió en la sangre del cordero de las puertas en Egipto. Y Su sangre no se pone en las puertas, sino sobre nosotros. De manera que el espíritu de la muerte no puede tocar a los que están cubiertos por la sangre del Señor Jesús. Y también recordamos de dónde el Señor Jesús nos sacó, la vida de esclavitud en Egipto donde vivíamos. Sin embargo, aun así, Él nos amó, perdonó, salvó y nos trajo a Su maravillosa luz.

• Presente:

No podemos comer el pan y beber de la copa de cualquier manera. ¿Cuál es mi condición espiritual delante de Dios? Si algo nos condena, tenemos que resolverlo cuanto antes. Nuestra comunión con Dios no puede mancharse por la desobediencia.

• Futuro: La Santa Cena nos hace pensar en el Cielo. Nos hace recordar que estamos en una caminata rumbo a nuestro destino. ¿Usted tiene la seguridad de estar aprobado delante de Dios? O, tal vez, ¿ya perdió el rumbo? Vea el mensaje completo y entienda más sobre este tema.

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