• ¿Cuándo ella le acogió de brazos abiertos en su momento de mayor sufrimiento?
• ¿Cuándo se sentaron con usted, le escucharon, y le aconsejaron sin juzgar?
• ¿Cuándo las oraciones eran para usted como un vaso de agua fresca para un viajero cansado del desierto?
• ¿Cuándo usted abrió la Biblia por primera vez y Dios habló con usted?
• ¿Cuándo usted vio claramente quién era el diablo y lo que él estaba haciendo en su vida, y cómo necesitaba a Dios para vencerlo?
• ¿Cuándo usted clamó a Dios con todas sus fuerzas y Él le oyó?
• ¿Cuándo  usted admiraba el trabajo del pastor y agradecía a Dios por él?
• ¿Cuándo usted se vio perdido en sus pecados, y con gran temor de la muerte, clamó a Jesús por la salvación?
• ¿Cuándo usted participaba del pan y del vino a la mesa de su Señor?
• ¿Cuándo usted quería hablarle a todo el mundo del Dios que conoció?
• ¿Cuándo  su mayor deseo era agradar a Dios y andar correctamente ante Él?
• ¿Cuándo a pesar de las luchas sus días estaban llenos de la alegría del Espíritu Santo?
• ¿Cuándo usted confiaba en que Dios haría que al final todo saliese bien?

Hasta que un día…

…algo sucedió. Alguien le decepcionó. Sus oraciones no fueron respondidas como esperaba. Usted se cansó de esperar. Intentó ayudar a Dios  resolviendo los problemas con sus propias manos. Alguien le habló mal de la iglesia, del pastor o de un obispo. Sus ojos ya no eran puros. Su fe se enfrió. El mundo le pareció más vistoso y atractivo. Usted dejó de orar y no sintió falta de hacerlo, al principio.

Y de repente, hoy usted se encuentra frío, vacío, lleno de problemas, se siente sin fuerzas  para volver a Dios. Sus llamados “amigos” ya no quieren saber nada de usted. Todo pasó sin que usted se diera cuenta. Y hoy, usted tiene nostalgia de lo que un día tuvo con Dios. Aquel pasado tan distante que parece casi imposible que se vaya a repetir.

Pare.

Use su inteligencia. Desprecie sus emociones. Mate su vergüenza.

El que estaba sentado en el trono dijo: “Yo hago nuevas todas las cosas.” Apocalipsis 21:5

Él hace nuevas  todas las cosas. Hágase un favor a usted mismo.  Regrese com Dios—por usted mismo, no por agradar a otros,  y  tampoco para dar ninguna explicación a nadie. Porque el único que tiene a ganar o a perder es usted.

Recuerde esto —también.

Todos los días, especialmente los  domingos por la mañana, la IURD tiene sus puertas abiertas para usted. Tome una decisión. Deje su “declaración de regreso” abajo.