El ser humano es de carne y hueso, tiene sentimientos, no es una piedra. Todos sentimos tristeza cuando pasamos por una situación que nos afecta emocionalmente, es algo natural.

Sin embargo, no es natural que usted se detenga en la tristeza, ni que pierda la razón de vivir y de luchar a causa de esa pérdida. Dios entiende nuestra humanidad, por eso compensa ese lado frágil dándonos la fuerza, que es el Espíritu Santo.

Dios demostró un cuidado especial con dos grupos de personas afectadas por la muerte de un ser querido: los huérfanos y las viudas (lea Santiago 1:27). En la ley de Dios, Él les encargó a las familias y a la sociedad cuidar a esas personas.

Usted puede observar que Jesús tenía compasión y un trato especial con las viudas. Esto demuestra que Dios sabe el dolor de los que perdieron a su padre, a su madre, o perdieron a ambos, el que perdió a su marido o a su esposa, el que perdió a su hijo, y Él mismo perdió a Su Hijo. El Señor Jesús tuvo que morir y el Padre también sintió dolor.

Dios sabe el dolor que las personas sienten, pero Él compensa dándoles el Consolador a quienes creen.

Escuche el mensaje completo y sepa cómo puede prepararse para el día malo.