De loca a psicóloga
Siempre tuve una vida feliz y, desde pequeña, nunca me faltó nada. Sin embargo, a los 19 años, tuve una relación amorosa que terminó muy mal y, a partir de ahí, comencé a tener complejos, sentimientos de culpa y resolví apartarme de todo.
En ese año, estaba intentando entrar a la universidad por segunda vez y, nuevamente, no logré entrar. Entonces, comencé a cerrarme aún más. ¡Pasé casi un año encerrada en casa, sola y sin ver a nadie!
Más tarde, logré, finalmente, entrar a la universidad, pero no me sentía bien y comencé a tener crisis de locura. Realmente, ¡estaba enloqueciendo!
Entonces, tuve que recurrir a médicos y neurólogos, que me medicaron con muchos antidepresivos y comencé, inclusive, a consultar psicólogos.
Pasado un año, en la misma época, comenzó todo otra vez. Tuve una nueva relación que terminó, y fue ahí que sentí que había llegado a mi límite, al final, ya era la tercera vez que estaba deprimida.
Además, desde los 14 años sufría con dolores de cabeza constantes y, durante mucho tiempo, hice varios tratamientos, sólo que nunca mejoraba y eso me afectaba en la escuela.
Varias veces tuve que ser llevada a la sala de urgencias por los dolores. Me desmayaba en la calle sin motivo aparente, y tenía muchos problemas de estómago, por la cantidad de medicación que tomaba.
UNA NUEVA OPORTUNIDAD
Hasta que un día, una amiga me invitó a ir al Cenáculo del Espíritu Santo. Con el paso del tiempo fui liberándome de todo, dejando de tener pesadillas, desmayos y dolores de cabeza. Estaba desapareciendo todo y, finalmente, ¡comencé a sentirme bien!
Mientras, participé de una Hoguera Santa de Israel, pues estaba terminando mi licenciatura, que también fue una época difícil. En esta Hoguera Santa, le pedí a Dios algo que parecía imposible de suceder, que era ingresar en una de las mejores universidades de Europa, en Barcelona, en el área de psicología. Y todas las personas me decían que era imposible.
Sin embargo, apenas dos horas después de haber enviado toda mi documentación por e-mail, recibí una respuesta positiva. Entonces, fui a Barcelona e hice mi máster, en nueve meses, en Psicología Clínica de Salud.
Realmente, veo y siento que Dios me transformó por dentro y, hoy, tengo algo que siempre soñé tener: paz, alegría y disposición para vivir, ¡control de mi vida! Y ahora sé que puedo ayudar a los demás, ¡porque estoy y me siento bien!
Por mi experiencia, sólo podemos ayudar a alguien si ya superamos problemas semejantes o peores.
Ana Corte – Portugal
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