Yo no quería leer La Mujer V
Es como la mayoría de las cosas buenas que no conocemos.
Cuando alguien nos habla al respecto de algo bueno que desconocemos, nuestra primera reacción es de falta de interés – a veces incluso de desdén. “¿Quién es ella para saber más que yo?” Cuando nos insisten en hablarnos del asunto, pensamos: “Que ignorancia, ¿para qué tanta euforia sobre eso?” Cuando el asunto cada tanto aparece en una conversación con otras personas, nace una curiosidad. “Al final, ¿qué es eso?” Entonces empezamos a prestar más atención, aunque fingiendo un desinterés inicial. Con nuevas informaciones, descubrimos cosas interesantes, que nos hacen querer profundizar más. Hasta que finalmente llegamos al punto de decir: “¿Por qué nadie me habló sobre eso antes? ¡Es tan bueno! Ah, si yo hubiera sabido…”
Es así. El ser humano es gracioso.
Pero es así mismo como la mayoría de las personas reaccionan ante el libro La Mujer V. Conmigo también fue más o menos así. Cuando Cristiane empezó a escribir el libro, pensé: “Qué bueno para las mujeres.” La mujer virtuosa, Proverbios 31… ya había oído hablar e incluso predicado sobre ella muchas veces. Noticia vieja. Por eso, cuando Cristiane terminó el libro y me pidió que lo revisara, puedo decir que no estaba muy ansioso de hacerlo. Pero trabajo es trabajo. Y esposa es esposa. Por amor a ella, empecé a leerlo.
Lo que sucedió fue inesperado.
Primero, me gustó la propuesta del libro: mirar más de cerca a las mujeres de la Biblia, muchas de las cuales no se oye hablar, y aprender una virtud con cada una de ellas. ¿Cuáles son los secretos de aquellas 20 mujeres, que vivían en una sociedad mucho más desfavorable que la actual y que aún así alcanzaron reconocimientos y distinción?
Fui “viajando” por el libro y volviendo al pasado, conociendo a aquellas mujeres como si yo estuviera allá en la historia de ellas. Al mismo tiempo, el libro me traía al presente, haciéndome mirar a las mujeres de hoy en día. Y estos contrastes generaron conclusiones y lecciones muy interesantes.
Al final del libro, teniendo que confesar que mi visión de la mujer se volvió tan alta y agudizada como la del águila: tan clara como el sol del mediodía en un cielo sin nubes. Las mujeres que conozco se volvieron más dignas y nobles a mis ojos, especialmente mi esposa – no que antes yo las mirara de forma negativa, al contrario. Pero mi concepción sobre la mujer alcanzó un nivel mucho mayor. Y me hizo un mejor marido, mejor pastor, mejor consejero y mejor persona.
Por eso, a pesar de ser sospechoso, no puedo dejar de recomendar a todo hombre y mujer que lean este libro.
No va a decir después que nadie le dijo antes.

P.D. No soy muy dado con las fechas conmemorativas, pero si usted lo es, el libro es un digno regalo para el Día de los Enamorados. O el Día del Marido, de la Esposa, de la Hija Adolescente, de la Amiga en el Trabajo… ¡usted decide!
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