Mi siervo Moisés ha muerto. Ahora…

Josué 1.2

Después de la muerte de Moisés, Josué  se sintió el sustituto de alguien insubstituible. El gran Moisés, el siervo elegido de Dios, aquél al cual Dios le hablaba como un hombre habla con su amigo, el operador de milagros…ya no existía. Con dos millones de personas esperando por él, ¿qué podría Josué hacer ahora?

La respuesta estaba en la última palabra de esta pregunta: AHORA.

Josué tenía que concentrarse en el ahora. Pero esto no era lo que él estaba haciendo. Parado en el tiempo, Josué gastaba toda su energía mental acordándose del pasado (Moisés) y temiendo el futuro.

Como una pelota de tenis golpeada de un lado a otro por dos tenistas, muchas personas gastan su  energía mental yendo y viniendo entre las raquetas de su pasado y futuro. Todo el tiempo.

“¿Por qué arruiné aquella relación? Jamás encontraré alguien como él…”

(Raqueta del pasado… golpea. Raqueta del futuro…rebota.)

“Ah, los buenos y viejos tiempos  cuando la empresa iba bien…” “¿Será que voy a perder mi empleo por culpa de la crisis?”

(Pasado… golpea. Futuro…rebota.)

“¿Por qué ella hizo esto conmigo? Jamás la perdonaré… ¿Será que este matrimonio va a terminar en divorcio?”

(Pasado… golpea. Futuro…rebota.)

Es exactamente en este aquí y allá que nuestro enemigo quiere vernos. Mientras estamos lamentándonos o recordándonos del pasado, y preocupándonos sobre el futuro, no avanzamos en el presente. Y, desgraciadamente, el presente es el único tiempo donde todo y cualquier avanzo puede ser hecho.

Dios quería que Josué  se tornara una persona del ahora, ya. Él tenía que ir adelante y creer que, dondequiera que fuese, y en todo que él hiciese, sería bien sucedido – desde que siguiera las órdenes de Dios.

Moisés está muerto. El futuro todavía no está aquí. Cualquier progreso solo puede suceder en el presente.

No sea como aquella pelota de tenis. Tórnese en una persona del ahora, ya.

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