thumb do blog Renato Cardoso
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Probador de vinos

 

 ¿Usted ha oído hablar de los probadores de vino? También conocidos como sommeliers, son personas que conocen el vino tan bien que apenas probándolo son capaces de citar todos los ingredientes y hasta el año que fueron escogidas las uvas.

Ellos desenvuelven un gusto por los mejores vinos y una antipatía por cualquier otro  inferior. Pero después descubren que la búsqueda del “mejor” vino es como correr detrás del viento. Se dan cuenta que cada vino tiene por lo menos algo bueno, y aunque a ellos no les guste, siempre existe alguien que sí. Y así aprenden a relajarse y disfrutar de una buena bebida con los amigos.

En el inicio de mi fe, me propuse  ser un exigente “probador de vinos” — del vino espiritual. Seleccioné para mí los mejores “mentores” espirituales: personas que yo respetaba, y que ni sabían que yo secretamente “bebía” de sus orientaciones y de su manera de ser y actuar. Esto me ayudó por un cierto tiempo.  Pero con el pasar del tiempo, algunos de ellos o me decepcionaron, o no correspondieron a mis altas expectativas, o perdí contacto con ellos, o todo esto junto.  Y vi que esto amenazaba mi fe. Pensamientos como estos venían a mi mente:

«¿Cómo puede él hacer esto?»

«Si él ha fallado, ¡imagínese yo!»

«Yo prefería no haber escuchado esto sobre él.”

«Nadie lo hace tan bien como él.»

Eventualmente, se me ocurrió que hombres son hombres, y que si hay una cosa que usted puede esperar que hombres de carne y hueso hagan, es que fallen. Ni los mejores seres humanos pueden evitarlo.

Así que cambié de táctica. Decidí que a partir de aquél momento yo siempre  trataría de aprender algo de cualquier situación y de cualquier persona. Yo entendí que Dios usa burros, hormigas, hechiceros, incrédulos, y hasta al propio Satanás para que nos enseñe lecciones. Él es el verdadero Maestro. Él puede usar a cualquier persona y cualquier situación que está a nuestro alrededor como herramienta para enseñarnos, así como un profesor utiliza herramientas diferentes en un salón de clase.

Aprendí a  preguntarme: “¿Qué es lo que yo puedo aprender con esta persona? o ¿qué es lo que Dios está tratando de enseñarme a través de él/ ella/o de esta situación?”

De repente, no había más mentores favoritos y ni personas desagradables, y ni situaciones malas. Había apenas lecciones.

Ahora, yo exijo de mí mismo aprender la lección en vez de esperar demasiado de las personas.

Crea: esto cambia todo.

P.S. ¿Entendió? ¡Felicitaciones! Ahora vaya y sírvase una bebida agradable. ¡Nada muy fuerte, así lo espero… ! ¡Un jugo de naranja es bueno y hace bien!

 

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